Cuando pensó en apresurar la convocatoria a las elecciones porteñas, Jorge Macri se propuso sustraer la disputa por el poder local de los conflictos que se desplegarían, más tarde, en la campaña nacional. Sobre todo uno: el agresivo avance de La Libertad Avanza (LLA) sobre el espacio del Pro. Macri no imaginó que provocaría el fenómeno contrario. Anticiparía el enfrentamiento general, convirtiendo a la competencia por la Legislatura en el primer acto de ese drama. La competencia porteña se está convirtiendo en un espejo que adelanta la lucha por el dominio del país.
Los Macri exponen por primera vez su tesoro más preciado, la Capital Federal, a la ambición de una fuerza que aspira a representar a sus mismos votantes. Javier Milei disfruta estar en la cresta de la ola. La inflación en descenso, la brecha cambiaria abreviándose, y un entorno internacional favorecido por la asunción de Donald Trump, a cuyo triunfo el Presidente apostó sin calcular riesgos, son la plataforma para una operación mayor: la de convertirse en líder hegemónico de todo el arco que va del centro a la derecha. Milei emperador.
Esa construcción comienza en el torneo porteño. Al anticiparlo, Macri obligó a Milei a poner más interés en una encrucijada que le parecía secundaria. Esta es la razón por la que comienza a hablarse de que a la cabeza de la lista de LLA podría estar alguien que, en el programa anterior, encarnaba la todavía brumosa candidatura a senador: el vocero Manuel Adorni.
El plan del jefe de Gobierno es conseguir los votos para suspender las primarias, de tal manera de celebrar los comicios para la Legislatura en mayo. Serían las primeras elecciones del año. Imposible que pasen inadvertidas. Por lo tanto, serán también la primera expresión cuantificable de un duelo que se viene manifestando en hostilidades cada vez más ásperas. Incluyen confesiones de funcionarios como Patricia Bullrich, revelando desde el Ministerio de Seguridad lo que ocultó desde la candidatura a presidenta: que la gestión de Cambiemos debió su fracaso a la falta de respaldo que Macri daba a sus colaboradores. O Federico Sturzenegger, para quien “el macrismo”, al que se siente ajeno, lo utilizó como chivo expiatorio para adjudicarle pecados que no había cometido. Las declaraciones hacen juego con los hechos: fantasmagóricas denuncias sobre una inverosímil protección de la AFIP de Macri a empresarios kirchneristas; descalificaciones a la gestión de Mariano Federici y María Eugenia Talerico en la Unidad de Información Financiera (UIF); o cooptación de dirigentes y funcionarios como el subdirector de la SIDE, Diego Kravetz, o el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela. En la Ciudad, esas escaramuzas se llevan adelante en la Legislatura, donde el bloque de la ultraderecha, que conduce Pilar Ramírez, se comporta como oposición a Macri. Ramírez es la esposa de Darío Wasserman, vicepresidente del Banco Nación y compañero de colegio de Kravetz. Reporta a Karina Milei, con quien comparte la pasión por la cocina.
El proselitismo para dominar la legislatura local obligará a sistematizar estos ataques en un discurso. La visibilidad del distrito impide encapsular la confrontación. Los argumentos de la campaña y su nivel de agresividad prefigurarán lo que ocurra entre LLA y el Pro en las elecciones generales. Habrá que ver qué opina Antoni Gutiérrez-Rubí, flamante estratega contratado por el jefe de Gobierno y asesor también de Mauricio Macri. El catalán acaso sea el consejero ideal para los primos, que deben enfrentar a una fuerza radicalizada hacia posiciones reaccionarias: es de origen socialista y viene de trabajar junto a Cristina Kirchner, a Eduardo “Wado” De Pedro, a Sergio Massa y, hasta hace muy poco, a Horacio Rodríguez Larreta . Comunistas, diría Milei.
Las consecuencias del entredicho porteño pueden extenderse mucho más allá de los comicios generales. Aun cuando realice la mejor elección imaginable, Milei seguirá sin tener mayoría en el Congreso. Dependerá del Pro. Por eso estos vientos pueden cobijar alguna tempestad. Quizá es el motivo por el que Macri está tan interesado en que se advierta qué él hizo todos los gestos posibles de conciliación. Inclusive el de proponer una comisión para organizar una alianza. Da la impresión de que no lo hizo para obtener una respuesta. Lo hizo para que quedara claro que no hay una respuesta. ¿Quién iba a pensar en este desencuentro aquella mañana de 2022, cuando con Alberto Benegas Lynch como testigo, Milei le pidió a Macri que encabece una fórmula presidencial y lo lleve como vice?
La escena que inauguró Jorge Macri con su adelanto pondrá también en primer plano las fisuras que mortifican a cada agrupación. La del Pro es la más inquietante: ¿dónde corresponde ubicar a la ministra Bullrich? ¿Se unirá a LLA? ¿O preferirá corroer a su propio partido para desgastar a los Macri, como quinta columna de Milei? El oficialismo en la Ciudad se sostiene en un simulacro. Ejemplo: la presidenta de la comisión más importante de la Legislatura, la de Presupuesto, Paola Michielotto, es la esposa de Vicente Ventura Barreiro, mano derecha de Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”. Ventura fue eyectado del Ministerio de Seguridad y denunciado en tribunales por Bullrich con la imputación de pretender cobrar coimas en una licitación del Servicio Penitenciario. Los delegados de Bullrich se mantienen en el bloque Vamos Juntos, que responde a Jorge Macri, gracias a un exigente esfuerzo de ficción. Son Juan Pablo Arenaza, Marilú Estebarena y Silvia Imaz. Sólo Patricia Glize migró hacia las filas del alcalde, embanderada en la consigna de tener “un despacho con las puertas abiertas”. En la Legislatura se ha vuelto cada vez más frecuente una inquietud: ¿qué sucederá con su presidente, Matías López, si Diego Santilli se suma a las “fuerzas del cielo”? López ofrece a Santilli una lealtad canina. ¿Milei podría conquistar el comando del Poder Legislativo en la Ciudad?
La táctica de tomar piezas del campo contrario tiene reacciones en espejo. Ramiro Marra, uno de los precursores de LLA en el distrito, promete armar su propia lista de legisladores. ¿Es un alfil de Jorge Macri? Marra ya prestó un servicio invalorable para el jefe de Gobierno cuando, a cambio de conseguir interminables concesiones, ayudó a aprobar el presupuesto. Marra y su compañero de correrías, Eugenio Casielles, son figuras clave para el oficialismo. Apenas hablan en el recinto, se los ve poco en las comisiones, pero aparecen en los momentos de emergencia. El espíritu de Juan Carlos Suardi aletea sobre la Legislatura.
Casielles es un satélite de un experto en la política porteña: Miguel Ángel Toma. Una versión afirma que Toma estuvo en el origen de la discordia entre Milei y su vice Victoria Villarruel. El casus belli habría sido una visita de Villarruel a la embajada de los Estados Unidos para presentar a Toma como el futuro jefe de los servicios de Inteligencia. ¿Milei se enteró por un comentario del embajador Marc Stanley? Eso afirma la leyenda. La anécdota sirve para introducir un interrogante: si Villarruel estará presente en la guerra porteña a través de Marra y Casielles.
Una de las paradojas de la política porteña es que Macri enfrenta la disidencia de legisladores de su partido, pero mantiene bastante alineados a los de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, que ha sido implacable con él en términos morales: son Facundo Del Gaiso, Hernán Reyes y Cecilia Ferrero.
Además de padecer la disidencia de Bullrich, que actúa en nombre del gobierno nacional, los Macri deben prever el drenaje que puede provocar Rodríguez Larreta si decide postularse al frente de una lista de legisladores locales. La incógnita Larreta es más amplia. Incluye la posibilidad de una alianza con la UCR porteña. El eterno plan del consultor Guillermo Seita, quien alguna vez deberá revelar el secreto de por qué lo siguen contratando cuando sus martingalas no hacen más que fracasar. El mandato que recibió de los Macri el binguero Daniel Angelici es evitar esa convergencia con Larreta y retener a los radicales como aliados. Un dilema a resolver por Emiliano Yacobitti y Martín Lousteau.
El tablero todavía esconde algunos enigmas. ¿Cómo intervendrá en el proceso Ricardo López Murphy? ¿Se coordinará con María Eugenia Talerico, que está casi decidida a competir en la provincia de Buenos Aires?
El peronismo porteño celebra esta fragmentación del campo adversario. Y especula también con el adelantamiento electoral. Su líder, Juan Manuel Olmos, imagina una transformación del partido bajo el modelo cordobés. Es decir, una fuerza que pueda interpretar, sin traicionarse, la melodía de un vecindario más o menos “gorila”. Leandro Santoro, un alfonsinista que milita en las filas del General, es la figura encargada de llevar a las urnas ese experimento. Desdoblar la elección significa, en términos del PJ, conseguir una pasable autonomía respecto de Cristina Kirchner. Para que esa proeza llegue a buen puerto, los peronistas de la Capital necesitan que la elección local no se superponga con la campaña nacional. Es decir, que esos comicios se celebren cuando las listas para senadores y diputados del Congreso todavía no se definieron. Esa antelación requiere suspender las PASO. La señora de Kirchner estaría dispuesta a tolerarlo. Pero sus feligreses de La Cámpora no quieren dar el visto bueno sin antes asegurarse los cargos en las listas nacionales. La anticipación de esa definición desbarata el objetivo principal de toda la maniobra: que las celebridades nacionales no contaminen con su agenda la discusión porteña.
Todos estos movimientos son peculiaridades de un proceso más general, que es el lento esfuerzo de sustitución de una corriente de centro derecha moderada, como el Pro, por otra de un conservadorismo extremo. La Capital Federal empieza a comportarse como el precoz laboratorio de esa mutación. Milei, acompañado por su hermana Karina y asesorado por Santiago Caputo, el “Mago del Kremlin”, inician en la Meca del macrismo su marcha hacia el sueño hegemónico. La enemistad con Mauricio Macri no se alimenta sólo de una puja por el liderazgo de un universo social más o menos homogéneo. Hostilizar a Macri es también homenajear al votante peronista que, en regiones como el conurbano bonaerense o numerosos distritos del interior del país, se inclina por Milei.
Hay un detalle que falta para coronar esa coreografía. Es la posibilidad de derrotar al propio Macri como candidato a senador. El expresidente no quiere postularse. A pesar de las presiones de su primo, que se registran a través de pasacalles y carteles. Esa reticencia impide una escena con la que Milei, y sobre todo el “Mago”, sueñan en colores: que se presenten Macri y Cristina Kirchner, con la expectativa de vencer a los dos. Sería el cierre sinfónico del marketing anti-casta. Nunca hay que olvidar las líneas maestras del plan ideado por Santiago Caputo para convertir a LLA en una minoría hegemónica: confrontar con la dirigencia tradicional y, al mismo tiempo, atomizarla.
Macri se imagina como el líder que coordina un frente de fuerzas que bendicen la orientación económica general del Gobierno, pero que se diferencian en cuestiones de calidad institucional y también de enfoque productivo. Esa posición es compatible con las prioridades de algunos radicales, como demostró Rodrigo De Loredo en la reunión que, junto con Ritondo, mantuvo con Guillermo Francos anteayer. Loredo pidió que se envíe a las cámaras un proyecto de presupuesto modelado por las prioridades de Economía, que el Congreso podría aprobarlo. También reclamó una reducción significativa de las retenciones agropecuarias. Le contestó el vicejefe de Gabinete José Rolandi, diciendo que el Presidente tiene la misma pretensión, pero que es imposible de alcanzar hasta que el crecimiento de la economía mejore la recaudación y compense la caída de ingresos que implica ese recorte.
La postulación de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires es, a diferencia de la de Macri, mucho más probable. En el feudo más importante para el kirchnerismo también se libra una batalla por la supervivencia. La expresidenta hace frente a la rebelión de quien fuera su discípulo predilecto, Axel Kicillof. El gobernador todavía no resolvió si adelantará las elecciones provinciales. La señora de Kirchner y, sobre todo, su hijo Máximo, creen que esa decisión desataría una ruptura con Kicillof. Las modificaciones al sistema electoral están ligadas a esta esgrima. Hasta que no se resuelva la tensión con Kicillof será difícil que el kirchnerismo aporte sus votos en el Congreso para suspender las primarias este año. El jefe de Gabinete Francos aceptó en las reuniones que mantiene con legisladores dialoguistas que el Poder Ejecutivo no cuenta con los votos necesarios para eliminarlas.
El destino de Cristina Kirchner está ligado al del proyecto de ley de “ficha limpia”. El Gobierno podría hacerlo aprobar en Diputados y, en un esfuerzo extremo, también en el Senado. ¿Quiere hacerlo? En el reino de las especulaciones comienza a plantearse la hipótesis de un pacto entre la Casa Rosada y el kirchnerismo. Consistiría en dejar caer la reforma que impide postularse a los dirigentes que tengan una condena en dos instancias, a cambio de que el kirchnerismo aporte los votos para aprobar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla como ministros de la Corte.
Dirigentes bien informados sostienen que esa iniciativa está empantanada a raíz de la inflexibilidad de la Casa Rosada, que no quiere negociar la candidatura de García-Mansilla. Es muy probable que esta versión valga para las sesiones extraordinarias. Pero aquella conjetura sobre un pacto refiere que más adelante podría haber un entendimiento. El formato sería endiablado: se aprueba el pliego de Lijo, pero queda en suspenso el de García-Mansilla, que no sería rechazado en la comisión de Acuerdos. Mientras tanto, se dictaría una ley para ampliar el número de miembros del tribunal. Una vez sancionada, se daría el visto bueno a García-Mansilla y a los magistrados que sugieran otras fuerzas políticas, sobre todo, el peronismo. ¿Hay una conversación abierta entre Martín Mena y Sebastián Amerio? Mena es el ministro de Justicia de la provincia y, lo más importante, es el abogado en el que más confía Cristina Kirchner para sus relaciones con los tribunales. Amerio, viceministro de Justicia, es el colaborador más directo del “Mago del Kremlin” para la agenda judicial.
Las declaraciones de Oscar Parrilli afirmando que hay negociaciones con el Gobierno en las que interviene el presidente del bloque de senadores José Mayans fueron para algunos la confirmación de esa teoría. Un gesto generoso de Parrilli: indica que él estaría dispuesto a votar a favor de Lijo, el juez que lo procesó por una presunta protección al fugitivo Ibar Pérez Corradi, acusado de ser la pieza clave del asesinato que terminó con la vida de tres empresarios vinculados al tráfico de efedrina.
También Graciana Peñafort, desde el círculo áulico de la expresidenta, se mostró contemplativa con Lijo, con el argumento de que la Justicia no encontró todavía motivos para condenarlo. Peñafort produjo dos sorpresas. La primera, hizo un gesto de tolerancia hacia el verdugo de su defendido Amado Boudou. La segunda, hizo una profesión de fe sobre la calidad de los jueces y fiscales que investigaron a Lijo que obliga a dudar de la doctrina del “lawfare”, según la cual esos magistrados son capaces de apañar o proteger llevados por razones subalternas.
La tesis de un acuerdo entre LLA y el kirchnerismo tuvo otro indicio en las últimas horas. El diputado Rodolfo Tailhade, fanático seguidor de la señora de Kirchner, aplaudió un post de la cuenta de X “John/@MileiEmperador”, que él atribuyó sin dudar a Santiago Caputo. En ese post, el tuitero anónimo denostaba a los funcionarios de la UIF de Macri por perseguir a la expresidenta. Tailhade festejó que la administración de Milei haya girado, expulsando a Ignacio Yacobucci y reemplazándolo por el ex fiscal Paul Starc y, lo que es más importante, prohibiendo a la UIF actuar como querellante en las causas penales que impulsa. Sea o no “John”, para Caputo los elogios de Tailhade son providenciales: el diputado es la voz del kirchnerismo en la Bicameral de control de la SIDE, que maneja el “Mago”.
El espíritu de concertación que destilan Parrilli y Tailhade contrasta con las evaluaciones de Leopoldo Moreau, otro cruzado de Cristina Kirchner, quien ayer identificó a Milei con el represor Ramón Camps, debido a la retórica con la que el Presidente defendió a Elon Musk de quienes lo acusan de haber tenido una conducta antisemita al saludar con el clásico brazo en alto del nazismo. La clase política, para no hablar de “casta”, parece una torre de Babel.
Macri tiene una relación conflictiva con Santiago Caputo. Y se pregunta a menudo si los malos tratos que recibe del Gobierno son avalados por Milei. Tailhade y Parrilli le están dando una respuesta. El entredicho de LLA avanza con el Pro está cada vez más claro. Y comienza a ejecutarse en la ciudad de Buenos Aires.
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