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Apareció una tarde de calor agobiante de diciembre en una estación de servicio de una zona céntrica de San Bernardo. De inmediato, los empleados del lugar dieron aviso al Destacamento de Bomberos Voluntarios del área costera para que intervinieran en el caso.
Estaba asustado, con un golpe en su pata trasera y una oreja lastimada. Con actitud defensiva, ladraba para que nadie se acercara a él. Entonces, con la ayuda de un copo para mamíferos -una herramienta de tela que se usa en rescates- y una manta, el equipo de bomberos que se presentó en el lugar pudo retener al animal. A simple vista, parecía un cachorro de perro. Sin embargo, para el ojo entrenado, estaba claro que se trataba de otra especie y que necesitaba asistencia.
Cuando Hugo Defelippis, al frente del Grupo de Rescate de Fauna Silvestre del Partido de La Costa, llegó al lugar, supo de inmediato que estaba ante un cachorro de zorro gris. “Lamentablemente no logramos establecer su origen, pero creemos que estuvo en contacto con perros porque imitaba su ladrido. Si bien el zorro gris tiene características muy definidas, a temprana edad y a la vista de alguien sin experiencia podría confundirse con un cachorro de perro”, explica el policía y perito en explosivos, formado en manejo y rescate de fauna silvestre que hoy dedica su tiempo a proteger y asistir a la fauna local y preservar su hábitat.
Una vez que estuvo en un lugar seguro, se procedió a la consulta con el veterinario. Al cachorro, al que le calcularon dos meses, se le realizaron curaciones en una oreja donde presentaba un corte y se lo medicó con analgésicos y antinflamatorios por una lesión en una de las patas traseras, aparentemente producto de un golpe. Luego, se lo acomodó en un recinto aislado donde pudiera descansar del estrés de ese día.
Días después, los cuidadores lo trasladaron a un recinto especialmente preparado con alambrado y un área con un refugio techado, césped y troncos para simular su hábitat natural. “Durante esos primeros meses críticos en los que tratamos de evitar la impronta, la presencia humana es mínima. Solo se acerca un cuidador, y distancia prudencial, a la hora de proveer alimento y agua o administrar medicación”, detalla Defelippis.
De diciembre a junio, el equipo de rescatistas y cuidadores se abocó al trabajo de aprendizaje y estímulo para la búsqueda y obtención de alimento del zorro. “En estado salvaje, estos animales comen mamíferos pequeños como roedores, aves, reptiles, insectos y también frutas, semillas y frutos secos. En algunas zonas, también consume carroña y huevos. Su dieta puede variar según la disponibilidad de alimento en su entorno. Nosotros lo estimulamos primero con presas completas para que reconociera que era su alimento y en la última etapa con alimento vivo como ratones para desarrollar el instinto de caza”, explica el directos del Grupo de Rescate de Fauna Silvestre del Partido de La Costa.
Si bien el zorro gris no se encuentra en peligro de extinción y tiene una amplia distribución en Argentina, sus poblaciones han disminuido por diferentes motivos. Entre las principales amenazas que enfrenta la especie se encuentran la destrucción del hábitat, los incendios de campos, la caza ilegal, el atropellamiento en rutas y el mascotismo. Además, el uso intensivo de pesticidas y herbicidas en los campos disminuyó la presencia de roedores, aves y otros animales que sirven de alimento a los zorros.
A los nueve meses, cuando alcanzó la edad suficiente para valerse por sus propios medios, el zorro fue liberado en un bosque de la localidad de Aguas Verdes donde habita una colonia estable de zorros grises. “Recordemos siempre que los animales silvestres no son mascotas, y que un animal domesticado ya no puede volver a su hábitat natural, ya que carece de recursos y habilidades para sobrevivir. Incluso, puede ser rechazado o agredido por sus pares luego de permanecer en contacto con humanos que no comprenden las características de su especie. No respetarlos en su esencia es arruinarles la vida”, aclara Defelippis.
Por eso, ante la presencia de un animal silvestre, hay una serie de recomendaciones que seguir. “Lo primero es mantener distancia prudencial ya que, al sentirse acorralado, puede volverse agresivo. Siempre alejar a los perros, no usar flash y dar aviso al centro de rescate más cercano, a la policía o Prefectura Naval dependiendo del caso”, dicen desde el Grupo de Rescate que, actualmente y mientras avanzan en el proceso para inscribirse como Fundación y convertirse en ente oficial, financian los rescates mediante el aporte de voluntarios y propio.
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