martes, 1 julio, 2025

El dalái lama cumple 90 años: los tibetanos lo celebran, pero temen por su sucesor

El dalái lama, guía espiritual y política de los tibetanos, dio a entender que, tras su muerte, se nombrará a un sucesor para seguir con su combate por la libertad de Tíbet, en el inicio de las celebraciones de su 90º cumpleaños en su lugar de exilio, en el norte de India.

En su tradicional túnica roja y amarilla, el líder espiritual de los tibetanos apareció ante miles de miembros de su comunidad y de seguidores de todo el mundo que acudieron a su monasterio de McLeod Ganj.

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El dalái lama, a punto de cumplir 90 años el 6 de julio, es el líder del budismo tibetano y es considerado por sus fieles como la 14ª reencarnación de este cargo que existe desde hace 600 años.

El dignatario vive exiliado en India desde 1959, cuando China aplastó un levantamiento en la capital tibetana, Lhasa, y en 1989 recibió el Premio Nobel de la Paz.

«Tengo 90 años, pero todavía estoy en buena forma física», dijo, sentado entre sus seguidores. «Durante el tiempo que me queda, seguiré dedicándome en la medida de lo posible al bienestar de los demás«.

Nacido en 1935, a los dos años Tenzin Gyatso se convirtió en líder de los tibetanos tras haber sido identificado, como manda la tradición, como la reencarnación de su predecesor. Recibió entonces el nombre de Tenzin Gyatso. Fotos: AFP

Después, dio una primera indicación del tono del esperado mensaje que pronunciará el miércoles sobre su sucesión, el punto álgido de los festejos de la semana.

«Habrá un marco en el que podremos discutir sobre la perpetuación de la institución del dalái lama«, declaró.

Anteriormente, el dalái lama había dicho que «dejará instrucciones claras por escrito» para el futuro, pero sugirió alternativamente que su sucesor podría ser una niña, o un insecto, o que su espíritu podría transferirse o «emanar» a un adulto.

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Nacido en 1935, a los dos años Tenzin Gyatso se convirtió en líder de los tibetanos tras haber sido identificado, como manda la tradición, como la reencarnación de su predecesor. Recibió entonces el nombre de Tenzin Gyatso.

En 2011 entregó su autoridad política a un gobierno en el exilio elegido democráticamente entre 130.000 tibetanos y ya entonces afirmó que fijaría las reglas para su sucesión mientras estuviera física y mentalmente apto.

La cuestión de su sucesor es clave ya que los tibetanos temen que China, cuyas tropas invadieron Tíbet en 1950 para convertirlo en una provincia del país, designe a uno conforme a sus intereses.

Catorce Dalai Lamas han guiado a los budistas del Tíbet durante los últimos seis siglos, que los creyentes dicen que son reencarnaciones unas de otras, identificadas en procesos opacos que van desde signos auspiciosos hasta la adivinación

El actual dirigente, a quien Pekín considera un peligroso separatista, ya descartó totalmente la idea de que el 15º dalái lama pueda ser nombrado por China. Quien le suceda será una persona nacida en «el mundo libre», prometió públicamente.

En 1995, China secuestró y detuvo a un niño de 6 años que el dalái lama acababa de designar como panchen lama, otra figura religiosa tibetana destacada. Y señaló para este puesto el candidato que quería, rechazado por los tibetanos como el «falso panchen«.

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Aunque en estos últimos años el dalái lama sugirió la idea que quizás podría ser el último, una mayoría de tibetanos parece favorable a seguir con el «ciclo de la reencarnación».

«El ciclo de reencarnación de su santidad debe continuar», dijo Sakina Batt, de 34 años, una exfuncionaria de confesión musulmana que vive en Nepal. «El futuro de los tibetanos depende de su unidad y de su resilencia«.

En 2011, el dalái lama renunció al poder político de su cargo, que fue confiado a un primer ministro, elegido por la diáspora, y a un gobierno. Pero su persona sigue siendo la encarnación de la lucha por la autonomía tibetana.

China dice que el Tíbet es una parte integral del país, y muchos tibetanos exiliados temen que Pekín nombre a un sucesor rival, reforzando el control sobre una tierra en la que vertió tropas en 1950.

El dalái lama, líder espiritual del Tíbet y demonizado en China

El dalái lama es el rostro internacional de la lucha por una mayor autonomía del Tíbet, pero su campaña le valió la enemistad de China, que lo demoniza como «un lobo en hábitos de monje».

Tenzin Gyatso se define como un «simple monje budista», pero dio la vuelta al mundo codeándose con la realeza, líderes políticos y celebridades para promover la causa tibetana.

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Este hombre de cabeza calva, rostro afable y sonrisa traviesa se ha convertido en un símbolo mundial de paz cuyo mensaje trasciende la religión, considerado por sus seguidores como un visionario en la línea de Mahatma Gandhi y de Martin Luther King.

La mayor parte de su vida la pasó en el exilio. Tenía solo 23 años cuando huyó de la capital del Tíbet, Lhasa, después de que las tropas chinas sofocaran un levantamiento fallido iniciado el 10 de marzo de 1959.

Tardó 13 días en cruzar los puertos nevados del Himalaya hasta la frontera de India. Y nunca pudo volver.

El 14º Dalai Lama, Tenzin Gyatso, nació en una familia de granjeros en 1935 y pasó la mayor parte de su vida en el exilio en la India. Dijo que consultará a las tradiciones religiosas tibetanas y al público tibetano para ver «si hay un consenso de que la institución del Dalai Lama debe continuar».

Su vida en el exilio transcurrió alrededor de Dharamsala, una ciudad en el norte de India que se convirtió en hogar de miles de tibetanos que mantienen allí sus tradiciones, aunque algunos nunca hayan pisado la tierra de sus ancestros.

El dalái lama instaló allí su gobierno en el exilio y lanzó su campaña para recuperar el Tíbet, aunque luego optó por una «vía intermedia», renunciando a la independencia a cambio de una mayor autonomía.

En 1989 ganó el Nobel de la Paz, un galardón que le granjeó una enorme popularidad y le llevó a codearse con grandes líderes mundiales y estrellas de Hollywood.

En su hábito bermellón y sus simples sandalias, el líder budista no encajaba en el estereotipo de celebridad. Pero su espíritu a veces travieso y su risa infecciosa demostraron ser irresistibles.

Sin embargo, el gobierno de China se mostró inmune a sus encantos, definiéndolo como un separatista y un «lobo en hábitos de monje».

Durante siglos, Tíbet alternó periodos de independencia y de control de China, que considera esta meseta al norte del Himalaya como parte integral de su país.

El dalái lama pide más autonomía para su pueblo además del derecho a rezar libremente y a preservar su cultura que, según muchos tibetanos, está siendo reprimida bajo el poder chino.

Pero las negociaciones formales con Pekín se rompieron en 2010. Un año después, el dalái lama se retiró de la política y dejó paso a un nuevo líder elegido entre la diáspora tibetana.

Nacido en una familia campesina en la aldea tibetana de Taksar el 6 de julio de 1935, fue elegido a los dos años como la décimocuarta reencarnación del líder religioso supremo del budismo tibetano.

Recibió entonces el nombre de Jetsun Jamphel Ngawang Lobsang Yeshe Tenzin Gyatso (que significa «Santo Señor, Gloria Gentil, Defensor Compasivo de la Fe y Océano de Sabiduría«) y fue llevado al palacio de mil habitaciones Potala de Lhasa, donde fue entrenado para convertirse en líder de su pueblo.

De pequeño mostró una precoz curiosidad científica, jugando con un reloj enviado por el presidente estadounidense Franklin Roosevelt o reparando coches. Pero su apacible infancia terminó abruptamente a los 15 años, cuando fue entronizado apresuradamente como jefe de Estado después de la invasión del ejército chino sobre el Tíbet en 1950.

Nueve años después, escapó a India mientras las tropas chinas aplastaban el levantamiento popular. Dicen que Mao Zedong, al enterarse de que el dalái lama había huido, dijo: «En ese caso, hemos perdido la batalla».

En India, el líder budista fue recibido por el primer ministro Jawaharlal Nehru, que ofreció Dharamsala como hogar para él y los miles de refugiados tibetanos. Durante todo este tiempo, el dalái lama fue tratado como un invitado de honor en India, una postura que ha generado tensiones entre Nueva Delhi y Pekín.

Sus predecesores fueron elegidos por monjes siguiendo unas antiguas tradiciones budistas, pero ahora no está claro cuándo ni si será nombrado un sucesor.

Él sugirió incluso que el próximo líder puede ser una mujer, que su espíritu puede transferirse a un sucesor adulto o que podría ser el último de su estirpe si se reencarna en un animal o un insecto. Pero siempre fue claro en un punto: ningún sucesor nombrado por China tendrá credibilidad.

«No debe darse ningún reconocimiento o aceptación a un candidato elegido con fines políticos, incluidos aquellos de la República Popular China», afirmó.

DS

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