Tenemos que cuidar mucho estos años de trabajo

Es uno de los rostros más bellos y naturales del ambiente artístico. Cuando empezó Carla Peterson en el teatro, su maestro y director, Miguel Guerberof aclaraba: “Es tan buena actriz como bonita, pero no le van a perdonar que esté en televisión”. Los éxitos en la pantalla chica se sucedieron como su protagónico en Lalola (2007) y luego continuaron con Los exitosos Pells o 100 días para enamorarse.  Su recorrido teatral se inició en los escenarios independientes hasta que el comercial le abrió sus puertas. Ahora vuelve al teatro. Desde el 1 de marzo hace funciones de viernes a domingos con Reverso. ¿Qué es real y qué no?, de Matías Feldman junto a Marco Antonio Caponi, Nico García Hume, Diego Cremonesi, Emilia Claudeville y Juan Isola.

—¿Cómo nació este proyecto?

—Tengo un amigo que es productor, Pier Paolo Olcese, dueño del Galpón de Guevara y le conté que quería hacer teatro, pero que no encontraba el material. Fue Pier quien me conectó con Matías (Feldman), quien tenía ganas de crear para el ámbito comercial. Me dijo que estaba escribiendo una obra y me contó un poco cuáles eran los disparadores. Después se armó el elenco. Esta compañía es una cooperativa, que se mete en el espacio comercial. Es otra “prueba” más.

—¿Qué le contarías a la gente para que vaya?

—Es la historia de una mujer que confunde la realidad con un mundo virtual que se crea y sus amigos tratan de sacarla de esa virtualidad. Abre preguntas: ¿cuál de los dos mundos es mejor? ¿Por qué estamos proponiendo un mundo ideal cuando en realidad se rompe por todos lados? ¿Por qué esta necesidad de inventar espacios, personalidades o siempre es volver a empezar? No estoy metida en la inteligencia artificial, pero sí veo lo que pasa. A veces me cuestiono: ¿el mundo que estamos dejando es tan ideal como para no querer evadirte? Son muchos interrogantes los que se encienden, pero además es muy divertida. Se van a creer todo, porque hay convención teatral. Pero no hay nada tecnológico. Todo lo creamos nosotros con escenografía, luces y actuaciones.

—En las últimas ficciones fuiste dirigida por mujeres, así en Blondi de Dolores Fonzi, No me rompan de Azul Lombardía y Terapia alternativa de Ana Katz y Jazmín Stuart. ¿Sentiste diferencias?

—Sí, me di cuenta sobre todo cuando volví a trabajar con varones. Porque no sólo eran directoras, también en el equipo técnico imperaban las mujeres. Hasta ese momento estaba acostumbrada a ver chicas sólo en las oficinas, maquillaje y vestuario, pero los equipos los manejaban los varones. Tuvo que ver con las historias que se contaban y que los puntos de vistas diferían. Filmar Blondi con Dolores fue ver toda su capacidad, amor, mirada e inteligencia. Con No me rompan trabajamos muchos años con Jazmín Rodríguez Duca (guionista) y queríamos filmar una comedia. No queríamos victimizarnos, ni bajar líneas y nos propusimos hacer reír con algo de crítica al mundo de las estéticas.

—¿Te imaginaste la segunda temporada de Terapia alternativa?

—Estoy feliz, porque hacerla me dio la posibilidad de volver a trabajar un personaje que creamos entre todos. Selva es una protagonista tan rica, divertida, interesante y sorprendente que no quería soltarla. La imaginé pelirroja, me había cortado el pelo y para esta nueva temporada pasó bastante tiempo, me lo volví a teñir, pero no a cortar.

—¿Habías hecho terapia en tu vida?

—Sí, hice psicoanálisis, aunque ya pasaron quince años. Siempre busqué lo que creía que me podían hacer bien, para mejorar. Conocía la sensación de ir a un terapeuta y sabía lo que sienten los que se iban a enfrentar conmigo. Cuando una llega lo hace porque realmente va con un problema, que te angustia o que te no te deja vivir, ni respirar. Creo que mi protagonista – Selva – conoce las necesidades pero ahora ella no está bien y busca algo diferente. Sabía que Ana (Katz) conoce mucho del tema y que me podía apoyar en ella. Tiene familia vinculada a este mundo y además escribió junto a su hermano Daniel y con Alejandro Jovic los guiones.

—¿Extrañás la televisión abierta?

—No la extraño, aunque esas épocas fueron muy lindas. Pero era más joven, ahora no sé si podría trabajar durante tantos meses o años, con ese ritmo. Ya no existe, porque no se junta una familia a mirar la televisión a la hora de la comida o hacer rápido porque va a empezar el programa. Hoy saben que pueden ver ficciones cuando quieren y desde el teléfono. Veo a los directores de arte preocupándose por cada detalle y pienso que después se verá en miniatura. Extraño más lo que pasaba con la gente cuando te veía y te comentaban. Muchas veces los programas salían casi en vivo, me falta eso que se armaba, que también tiene que ver con momentos de la juventud. Creo que crecimos un montón y por eso digo que tenemos que cuidar mucho todos estos años de trabajo.

—¿Qué balance hacés del Colectivo de Actrices Argentinas que integraste?

—Sentí que sí había que hablar de verdad y que no podía esperar a que alguien lo hiciera, ya que era momento en que yo también interviniera. Ya soy más grande y quiero dejar algo mejor para los que vienen después. Yo sé que poner el cuerpo. Dejamos dos leyes, la de la Interrupción Voluntaria del Embarazo y la de

los 1000 días para el cuidado integral de personas gestantes, niñas y niños. Ahora siento que son otros los problemas, que esos no los puedo solucionar. Voy a seguir haciendo teatro y buscando hablar de algo que creo que hace al mundo un poco más bello. Siento que el planeta está más violento con guerras y que nosotros las estamos normalizando. Hace tiempo que nos venimos tratando mal, peleándonos, ¿por qué tanto? No va a venir nadie de afuera a solucionar los problemas.

—Hiciste sólo una publicidad de una crema corporal: ¿por qué?

—Me gustó obviamente económicamente, además el que te reconozcan y que crean que vos podés influir en la gente. Pero en un momento dije: ¿cuánta plata más se puede tener? Pensé: voy a perder, pero alguien va a ganar.

—¿Hoy qué buscas?

—Estoy por cumplir 50 años. Tengo ganas de hacer personajes reales. No me hice lifting, me da miedo. Cuando filmamos No me rompan me divirtió desfigurarme pero justo cuando estrenábamos la película murió Silvina Luna, a todos nos dolió mucho lo que le pasó. Quiero generar proyectos y tengo una idea de documental. Hay un personaje muy conocido, no es ficción, es una mujer que conocí. También firmar algunas series, pero todavía no hay nada concreto. (N.d.R: Está a la espera del estreno de la serie El Eternauta por Netflix)

—Sos madre de un varón (Gaspar, 11 años): ¿cómo lo educás y cómo convive con tu popularidad y con la política? (N.D.R: Su padre es Martín Lousteau)

—Fui aprendiendo muchas cosas. Tiene juegos distintos, por suerte mi hijo no sólo se divierte con la tecnología, aunque dice que quiere ser inventor de juegos de mesa. Desde que vio la película El inventor de juegos (The Games Maker), argentina – canadiense) coescrita y dirigida por Juan Pablo Buscarini. El me la mostró. No sé si hacemos bien o mal, pero le decimos que no son siempre cosas lindas las que te dicen por la calle, también hay gente que cruza límites. A veces una película mía no les va a gustar…Ni Martín, ni yo tuvimos padres famosos. Pero vamos por la Panamericana y puede vernos en los afiches, por eso tratamos de darle su lugar. Comparto con él cine, teatro y le gusta mucho leer. No lo tengo que convencer para que deje lo electrónico ya que le encanta ir a ver ficciones.

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