Es de los artistas que no necesita usar apellido, su nombre es su firma: Raphael. Llegó por primera vez a la Argentina en 1967 con sus 22 años y supo conquistar al público desde aquel legendario escenario (Ópera) y también desde programas de la televisión en blanco y negro. Era un niño prodigio, ya que desde sus tres años cantó y fue conquistando espectadores de distintos países sin importar la nacionalidad. Profesionalmente se inició en 1962, cuando ganó el Festival de la Canción de Benidorm, en Alicante, España.
Ahora regresa para brindar un sólo show el 7 de marzo en el Movistar Arena. Será la presentación de su nuevo disco, que la da nombre a la gira: “Victoria”. Anuncia que interpretará sus clásicos y esperadas canciones como “Mi Gran Noche”, “Yo Soy Aquél”, “Como yo te amo,” pero dará a conocer las nuevas que fueron creadas por Pablo López, como “De tanta gente”, “Para seguir en pie” y” A punto de besarte”.
Emoción!: Raphael vuelve a presentarse en la Argentina!
Obtuvo en sus flamantes sesenta años de carrera numerosos premios y distinciones, no sólo en España sino también en otros países. Es de los pocos artistas que cuenta en vida con un museo. Desde el año 2011 se abrió en su ciudad natal Linares, en Jaén a algo más de 250 kilómetros de Madrid. Nació en 1943, pero como él mismo afirmará debe restarse unos años, ya que en el 2003 se tuvo que realizar un trasplante de hígado, del que también habla en este reportaje realizado a distancia.
—¿Qué características especiales tiene tu último disco, “Victoria”?
—No quiere decir el nombre de ninguna mujer, sino que es el resultado de una vida de trabajo, de tener una familia, amigos, fans y público: todo eso. Mi carrera es una gran victoria, indudablemente.
—Todos los temas de “Victoria” son de Pablo López y desde el 2016 estás trabajando con compositores jóvenes: ¿Por qué?
—Precisamente los tiempos –no quiero usar la palabra cambiado– han evolucionado. El mundo va evolucionando y el público también. A la gente le gustan las canciones interpretadas como antes, como las conocieron, pero sumo nuevas. No te voy a decir si sé que es buena o mala la evolución constante, pero un artista debe estar adaptándose siempre. Al mismo tiempo debe de estar estrenando temas, aunque cante sus sucesos.
Raphael emocionó una vez más y vibró junto al público argentino
—¿Qué crees que cambió en el mundo de la música?
—Principalmente más que nada los ritmos y sobre todo las letras. Es muy difícil y complicado encontrar hoy unos buenos textos. Antes se ahondaba más, se trabajaba en ellos y ahora se conforma la gente con oír un ritmo. Es trabajoso encontrar repertorio nuevo, pero afortunadamente tengo tanto hecho, que no tengo ese problema.
—¿Cómo cuidas la voz?
—No descuidándola. No hay que hacer aquellas cosas que puedan perjudicarla, como el frío, fumar o beber, algo que no hago.
—Tu imagen desde los comienzos fue de intérprete, sin rigidez corporal, algo que imperaba en esos años. ¿Cómo llegaste a ese estilo propio?
—Fui y soy una persona diferente en el sentido de artista. Siempre busqué una puesta en escena cuando canté y canto. Visto de traje negro y alguna camisa de otro color.
—Estuviste acompañando a tu actual compositor Pablo López en un reality en Madrid (La Voz). ¿Qué pensás de ellos?
—Leí que había que ser uno mismo, no disimular nada y las cosas funcionan. El público ya sabe cómo eres y qué es lo que haces. Entonces lo único que tienes que hacer es portarte como tú eres, que es lo que a la gente le gusta.
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—Se dice que te había influido algo Carlos Gardel: ¿es verdad?
—¡No, qué más quisiera yo! A mí Carlos Gardel me ha gustado muchísimo, como me han gustado otros artistas. Lo que hice hace unos años fue cantar a dúo con él, Gardel desde un aparato de radio y yo en directo. Eso fue hace tres años, con el tango “Volver”.
—Cantaste con varios argentinos, como con Luciano Pereyra…
—He tenido la suerte y el placer de cantar con mucha gente maravillosa, en esta profesión y en estos sesenta años de carrera.
—¿Cuál es el secreto para perdurar?
—No existe el secreto es la vocación que tengo y es por lo que he trabajado toda mi vida. Estoy entregado en cuerpo y alma a mi profesión y eso tiene su recompensa. Siempre he sido una persona muy clara, en ese sentido para el público. Me han visto bien, dándolo todo y no escatimando ningún esfuerzo. Así año tras año y entonces la gente lo premia.
—¿Qué se siente al tener un museo?
—Es bonito que la gente que pasa por ahí, gratuitamente entra y ve todas las cosas mías, hasta mi coche (N.d.R: Lincoln Continental) está puesto, desde hace casi un mes. Además resulta mi conexión diaria con el público, sea a través de mis conciertos en persona, o de la televisión o con el mismo museo.
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—Ya pasaron varios años de tu trasplante de hígado: ¿qué recuerdos te dejó?
—Desde esa fecha me resto veinte años. Lo viví con un desasosiego tremendo, pero afortunadamente fue muy cortito, ya que desde que entré al quirófano y salí del sanatorio pasaron sólo cuatro días. El resto del tiempo lo pasé en mi casa. Tuve dos meses de recuperación y hasta hoy no he tenido ningún retroceso en nada. Emulando una de mis canciones más bonitas que se llama “Volveré a nacer” y eso se cumplió.
—¿Cómo fue filmar la película “Mi gran noche”, de Axel de la Iglesia (2015)?
—Él es un apasionado del cine, por lo cual da gusto trabajar con Axel. Esa pasión que le pone a todo y en eso somos iguales.
—¿Por qué no volviste a filmar?
—El cine me gusta muchísimo, pero para hablar de hacer una película me lo tendrían que decir con mucho tiempo, para que yo pueda. Debo compaginar mi agenda de recitales, que es tremenda. Quedarme dos meses filmando es mucho tiempo y hoy en día estamos todos un poquito faltos de tiempo, no es como antes. Pero el día que me den un guión que me guste mucho, como me gustó el Axel de la Iglesia haré hueco, como sea para poder hacerlo. No estoy retirado del cine.
—¿Pedro Almodóvar nunca te convocó?
—No, pero hubo una vez que hablamos para hacer unas pruebas para una cosa, que él quería hacer, pero no llegamos a hacer nada. Es un director maravilloso y un orgullo para todos los españoles.
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—¿Recibiste alguna crítica que te dañara o que te doliera en tantos años?
—No, ninguna tan importante que me haya dañado. Al revés, últimamente el titular de la crítica en mi último recital en Zaragoza pusieron: “Raphael ¿de qué planeta viene?”.
—Tu gira incluye distintos países de América Latina: ¿qué diferencias notás con el público español?
—No son muy diferentes Argentina, Perú o Colombia de España. También iré a México y tengo gira en octubre por Estados Unidos. O sea que en todos los países que se me quiere me encuentro bien, hasta en Rusia me ha pasado lo mismo, afortunadamente. Hayamos nacido donde hayamos nacido, tenemos el mismo corazón y son los mismos sentimientos. España está llena de argentinos, en mi orquesta tengo varios. Siempre los tuve, recuerdo al primero: Waldo de los Ríos.
—¿Hay algo que extrañás especialmente cuando te vas de viaje por tantos meses?
—Mi casa, mi gente, mi forma de vida, a mis amigos y familia. Pero hay que hacerlo porque si no se hace, te quedarías aquí encerrado y tampoco es bueno. Viajar te permite cambiar de mentalidades, conocer personas que a lo mejor no tienen tu forma de pensar y así sin embargo, les gustas igual. La pandemia me agarró en Colombia, donde me ordenaron que me tomara el primer avión. Y volví a España justo cuando se inauguró la pandemia. Estuve meses encerrado, pero como no puedo estar quieto, los aproveché para grabar los discos.