Durante décadas, el trabajo fue el eje central de la vida adulta: trabajar para vivir, vivir para trabajar. Pero algo está cambiando. Las oficinas están más vacías, las renuncias masivas son titulares, y los jóvenes ya no sueñan con relojes de oro tras 40 años en la misma empresa. En el corazón de este cambio está la Generación Z, y una nueva filosofía que pone palabras a su sentir: el «Not Work».
No se promueve la pereza ni la irresponsabilidad, sino una crítica profunda al culto del trabajo. El «Not Work» es una forma de resistencia contra la lógica capitalista que mide el valor de una persona por su productividad. Plantea que trabajar no puede ser el centro de la identidad ni el propósito último de la vida. Y es justamente esto lo que la Generación Z ha empezado a cuestionar con acciones concretas.
NOT WORK es una propuesta radical que rediseña el modo en que vivimos nuestras actividades laborales. No implica dejar de trabajar sino que propone resignificar la experiencia laboral para que el trabajo vuelva a estar al servicio de la vida, y no al revés: “trabajar para vivir y no vivir para trabajar”. Propone reencontrar un vínculo con lo que hacemos para que sea más humano y auténtico abordando temas como el liderazgo, la comunicación, los acuerdos y la excelencia.
Este grupo de jóvenes, nacidos entre finales de los noventa y mediados de los 2000, no solo crecieron en la era digital, sino también en la era del burnout, la precariedad laboral y la ansiedad constante. Han visto cómo sus padres se sacrificaban por empleos que no les ofrecían ni estabilidad ni satisfacción. En lugar de repetir el ciclo, la Gen Z lo está rompiendo.
Optan por empleos con sentido, rechazan jornadas excesivas, abrazan el trabajo remoto y el freelancing no como moda, sino como forma de reconquistar el tiempo. Son emprendedores, sí, pero también saboteadores del viejo sistema. Su activismo laboral no necesariamente se hace en las calles, sino en TikTok, Discord y LinkedIn, donde comparten experiencias, promueven transparencia salarial y cuestionan a las grandes corporaciones.
Este método invita a desmontar el mandato productivista y recuperar una forma de trabajar que integre deseo, creatividad, vínculos y propósito. Se trata de pasar de la obligación a la elección. De la automatización al deseo. De la eficacia a la eficiencia. Este proceso se puede experimentar tanto a nivel personal como corporativo.
Más que una metodología, es una experiencia de transformación que invita a hacer menos para hacer mejor y recuperar el sentido de pertenencia. Esta filosofía se apoya en disciplinas como el coaching ontológico, las neurociencias, PNL, diseño organizacional y prácticas colaborativas. Más allá de las herramientas, lo que transmite esta filosofía es una profunda confianza en que otra forma de trabajar – más humana, con sentido – no solo es posible, sino urgente y deseable para las organizaciones.
En Estados Unidos movimientos como “The Great Resignation”, “Slow Work”, y prácticas de mindfulness laboral se asemejan a esta filosofía. En Europa también están los modelos de empleo regenerativo en países como Holanda, Dinamarca y Alemania y en América Latina, las iniciativas como Economía del Cuidado, Cultura Regenerativa y Trabajo Consciente.
La Generación Z no está perdida: está liderando una revolución silenciosa, una que dice que la vida vale más que un correo respondido fuera del horario. Y en ese gesto radical de recuperar el tiempo propio, el trabajo por fin empieza a humanizarse. Lo profesional no tiene por qué vivirse como peso o sacrificio. Puede y debe ser una experiencia de evolución, disfrute y expansión. No se trata de trabajar menos, sino de trabajar desde un lugar de elección. Se propone un nuevo contrato emocional con el trabajo que permita descubrir cómo generar resultados disfrutando el proceso.
*Pasty Lauria es especialista en transformación organizacional, creador de la Filosífa Not Work.
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por Pasty Lauria