Aunque en los últimos meses la lechería viene exhibiendo signos de recuperación tanto a nivel de consumo como de mejora en el precio pagado a los tamberos, para la industria todavía hay mucho por hacer.
“Hay una informalidad que pesa en la competitividad”, dijo Gian Carlo Aubry, CEO de Nestlé para la Argentina, Uruguay y Paraguay, en una entrevista con LA NACION en la Exposición Rural de Palermo, donde la empresa participa con un stand interactivo.
“Esa informalidad perjudica a las empresas privadas, al Gobierno y al consumidor, pero perjudica, sobre todo, al desarrollo de la materia prima”, explica.
Aubry dice que la lechería “se concentra cada día más, con pocos menos productores y más grandes, pero todavía hay un mercado que no es del todo transparente”.
Eso perjudica a compañías como Nestlé que buscan producir con más valor agregado como leche en polvo orgánica. “Tenemos una mayor exigencia a nivel de calidad de la leche que requiere pagar un precio mayor al productor”, explica Aubry. No obstante, internamente dice que buscan alcanzar una mayor eficiencia automatizando procesos industriales, por ejemplo.
Según el CEO de Nestlé, la lechería argentina tiene un rol importante a nivel mundial, pero requiere bajar los costos de producción y aumentar su inserción en los mercados externos. El país “tiene que ser capaz de producir más leche y más barata para poder exportarla”, afirma y añade: “hoy en día, la mayoría de nuestras exportaciones de la lechería se van a Brasil y a Argelia. ¿Y con el resto del mundo, qué hacemos? ¿Por qué no estamos interesados?”.
Aubry destaca que la Argentina exporta muy poco a dos de los mercados de consumo más importantes a nivel mundial: China y Estados Unidos. “No hay voluntad de desarrollar un negocio como el de las exportaciones, quizás no está la voluntad común entre gobiernos provinciales, locales y nacional, junto con el sector privado de conseguir un equilibrio fiscal que beneficie tanto a lo público como a lo privado para sustentar una producción masiva de leche que pueda ser transformada y exportada en quesos, leche en polvo u otro tipo de producto”, advierte.
Para el directivo de Nestlé, se requiere de un desarrollo de largo plazo con un equilibrio entre lo público y lo privado. “Tiene que darse la confianza para que sea rentable invertir y exportar de manera eficiente”, sostiene.
Además de las cuestiones de negocio, Aubry hace hincapié en el foco de la sostenibilidad con el que trabaja Nestlé y, particularmente, en el vínculo con los productores.
“Seguimos trabajando con nuestros productores y desarrollando una leche orgánica; también seguimos con todos nuestros programas de agricultura regenerativa”, explica.
Recientemente, Nestlé Purina, la división dedicada a los alimentos para mascotas, firmó con la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) para instrumentar las llamadas “prácticas regenerativas” en la agricultura.
El acuerdo, que tendrá una duración de tres años, contempla el trabajo en común con productores que lleven adelante un conjunto de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Entre ellas, se encuentran el uso de cultivos de cobertura, la rotación diversificada de cultivos, la labranza mínima y el manejo integrado de plagas. La no deforestación será una condición imprescindible para este programa.
“Además de reducir la huella de carbono, estas prácticas promueven suelos más sanos, mayor biodiversidad y ecosistemas agrícolas más resilientes. También fortalecen el rol del productor como agente clave en la conservación de los recursos naturales, creando un círculo virtuoso que beneficia al ambiente, a las comunidades rurales y, a los consumidores”, explicaron los responsables del convenio.
Más allá del acuerdo, Aubry considera que en la Argentina todavía no hay “un consumidor local tan consciente de todos esos problemas [sostenibilidad] o dispuesto a invertir en un producto más caro, pero nosotros apostamos a esto porque tenemos la obligación de mejorar el planeta o por lo menos no empeorarlo”.