Superman (Estados Unidos/2025). Guion y dirección: James Gunn. Fotografía: Henry Braham. Edición: William Hoy. Elenco: David Corenswet, Rachel Brosnahan, Nicholas Hoult, Edi Gathegi, Anthony Carrigan, Nathan Fillion, Isabela Merced, Sara Sampaio. Duración: 129 minutos. Apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.
En la serie La franquicia, los ejecutivos de los ficticios estudios Maximum se muestran inquietos ante la aparición de síntomas de lo que llaman “fatiga de superhéroes”: el concepto no es un invento de la comedia sino un malestar muy real. Tras más de medio centenar de films en menos de 20 años, el género empezó a encontrar más fracasos que éxitos, en particular para la compañía DC, que se impuso una reestructuración. En 2022, DC Films se convirtió en DC Studios, bajo el comando de James Gunn, quien fue un realizador estrella de Marvel, para la que hizo la exitosa trilogía Guardianes de la Galaxia. Gunn tiene la misión de reinventar el llamado “universo DC”.
Este lugar había sido creado a imagen y semejanza de historietas de Frank Miller (autor de El regreso del Caballero Oscuro) y de Alan Moore (autor de Watchmen) que redefinieron al cómic de superhéroes en los años 80 otorgándole una inédita dosis de oscuridad, realismo y complejidad. La oscuridad se volvió el atributo definitorio de los films de DC que, en manos de Zack Snyder, quien de algún modo logró convertirse en el realizador insignia del grupo, resultaban de una grandilocuencia operística y pretenciosa. El inherente disparate de las historietas como rubro, eso mismo que las hace imaginativas, amenas y una forma ideal de escapismo, recibía en sus películas un tratamiento wagneriano con el efecto contraproducente de una fruslería que se toma demasiado en serio. Su última contribución a la compañía fue una versión de cuatro horas, en blanco y negro, de La liga de la justicia. No es de extrañar que los más diáfanos y humorísticos films de Marvel fueran los que conquistaron al público.
El pase de escudería de Gunn es un intento de importar la ligereza y vitalidad de las películas de Marvel, que de todos modos tienen sus propios problemas, a su competidora. Razonablemente, su primer proyecto para refundar el universo DC es la reinvención de su personaje más emblemático. Una de su mayores influencias en la creación de este film fue All-Star Superman, una historieta creada por Grant Morrison y Frank Quitely que se salta todo el período oscuro del cómic norteamericano para abrevar en las historias de la llamada Edad de Plata, los cómics de los años sesenta y setenta, notables por su vínculo con la ciencia ficción pulp de la que tomaba los portales interdimensionales, los mundos paralelos, los rayos mortales, los monstruos extraterrestres, en suma, todo aquello que la historieta de los ochenta quiso dejar atrás para entrar en una pretendida adultez.
La película comienza como un episodio intermedio de una serie, con Superman (David Corenswet) ya establecido como el campeón invicto de Metrópolis justo en el momento en que recibe su primera derrota a manos de un supervillano autoproclamado “el martillo de Boravia”. Cabe señalar que aunque las escenas de acción están competentemente realizadas, la digitalización de todo hace que el cine empiece a lucir como creado por una IA. Los componentes básicos de esta mitología se establecen rápidamente: Lois Lane (Rachel Brosnahan) es la reportera estrella del diario El Planeta y está en una relación con Clark Kent (y conoce su secreto); también sabemos que detrás de la plétora de villanos se oculta Lex Luthor (Nicholas Hoult), un billonario tecnológico psicopático, digamos: Elon Musk antes del transplante capilar, cuya mayor aspiración es eliminar a Superman. También aparecen un kaiju en medio de Metrópolis, un universo del bolsillo donde Luthor envía a sus enemigos, Krypto, el superperro y la “banda de la justicia”, integrada por Linterna Verde (Nathan Fillion), la Mujer Halcón (Isabela Merced) y Mr. Terrific (Edi Gathegi).
Claramente, el tono es más jocoso y liviano que en los films anteriores, aunque Gunn no se permite avanzar tanto en la comedia como con Guardianes… La película deja un pie en el realismo e intenta establecer la inseguridad, la vulnerabilidad y la humanidad de su protagonista, al tiempo que alude al estado del mundo actual: en el conflicto entre la nación totalitaria de Boravia y la pacifista de Jarhanapur algunos verán la invasión rusa a Ucrania y otros, sus opuestos ideológicos, los ataques de Israel en Gaza.
Es como si Gunn quisiera ir en varias direcciones a la vez, no todas enteramente compatibles, para recolectar a la mayor cantidad de gente: humor, nostalgia, romance, disparate, realidad. Tal cosa es lo que se pretende en cualquier film de alto presupuesto, pero éste recibio un mandato doble. Tiene que que ser la punta de lanza de un nuevo conjunto de films de superhéroes de DC y para eso no alcanza con que sea una mejor versión de Superman que la que teníamos o que no pierda dinero: debe ser un éxito global, una expectativa que no suele contribuir con la libertad creativa.