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Fue por medio de las redes sociales que los dueños de esta singular casa ubicada en una de las “calles románticas” (como se conoce a las del barrio) de Villa Luro llegaron al estudio GMARQ. Por aquel entonces, la pareja solo contaba con un terreno de dimensiones generosas, donde antes había una fábrica-galpón, y una idea clara: construir un hogar con mucho verde y que les permitiera disfrutar y ser centro de reuniones. Después de varias versiones, el diseño buscado llegó en forma de disruptivo oasis urbano.
Admiradores de la arquitectura moderna, los dueños querían una casa minimalista, con espacios amplios, luminosos, mucho jardín y verde, pero en el mismo barrio donde habían vivido toda su vida. La ecuación parecía imposible, teniendo en cuenta que hablamos de un barrio al oeste de la Ciudad de Buenos Aires.
El factor determinante fue el tamaño del terreno, formado por dos lotes de 8.66 mts. (típicos de CABA) más una fracción de un sobrante de la manzana. En el lote central se implantó la casa, que sigue la forma de un prisma rectangular, rodeada de jardín y separada de las medianeras, algo bastante atípico en las viviendas de capital.
El gran ambiente central de la planta baja es living, comedor y cocina; tiene un toilette y salida a la galería. La sectorización se logró por medio de una chimenea.
«La chimenea hace referencia al concepto arquetípico de la familia alrededor del fuego. Cuando está encendida, se lo puede ver desde todos los sectores.»
Arquitecto Matías Repetto, del estudio GMARQ
Su diseño evita que el calor se transmita a los demás objetos, como el televisor que se instaló frente al sofá Chelsea (Nosten) para los momentos de relax. Está revestida en mármol Tundra Beige que combina con el piso de porcelanato de gran formato (Portobello Berliner Sand) . El resto de la calefacción es por piso radiante y la refrigeración por equipos VRV bajo silueta.
En sintonía con la arquitectura de la casa, los dueños eligieron muebles de diseño argentino contemporáneo y se optó por una paleta de colores simple, con muchos grises, negros y blancos combinados con madera de roble, siempre tan cálida. Fundamental: pensando en la activa vida social de la pareja, se instalaron dos comedores, uno en el interior y otro -en paralelo- en el exterior.
La galería tiene en un extremo un vestuario y baño de pileta. Infaltable, también una parrilla con isla para preprar cómodamente las especialidades de la casa. Como es un semicubierto, se puede disfrutar con todos los climas: las vigas regulan la entrada de luz y un techo de vidrio transparente la protege de la lluvia.
“El juego de luces y sombras que se genera da una espacialidad muy interesante y dinámica. Además, la altura permitió que la suite principal tenga un doble ventanal y mejores visuales hacia el jardín.”
La dueña de la casa disfruta mucho de cocinar, así que la cocina debía tener gran presencia. “Nos pidió tener mucho espacio de mesada -recuerda Matías-, dos bachas, múltiples hornos y heladeras. La isla revestida en quarzo simil mármol de Calacatta es la protagonista del espacio. Un lucernario de vidrio templado ilumina de forma natural la superficie de trabajo”.
En el sector del comedor, se decidió hacer un quiebre en el material de las alacenas y bajo mesada que vienen desde la cocina y hacerlas enchapadas en madera de roble. “Este recurso permite diferenciar ambos espacios e introducir cierta complejidad visual y mucha calidez”.
Otro de los puntos centrales es la ventana corrida que se extiende hasta el comedor. Lo que se ve a través de ella no podría ser mejor. “Creamos un espacio contemplativo que invita a la relajación. La fuente es de hormigón armado, la grifería la diseñamos y construimos con nuestro herrero y tiene un sistema de recirculación y filtrado similar al de una piscina. Se prende y apaga con una tecla y a su vez está domotizada, al igual que toda la casa”.
Para propagar el verde, la luz y el aire, el estudio tomó como estrategia extraer del volumen principal otros más pequeños. Así, generaron diversos patios y espacios vacíos, como estos. En uno, crece un árbol, en el otro está la espectacular fuente que se ve desde la cocina.
“Como todas las escaleras de nuestros proyectos, esta cumple un objetivo funcional, pero también escultórico. Está separada de los muros para que se pueda leer como un elemento independiente y más liviano”, cuenta Matías.
La planta alta es la de los espacios privados. Tiene tres dormitorios en suite, un lavadero con patio de secado y cocina de servicio.
Las celosías son un recurso magistral: permiten regular la entrada de luz a los ambientes, darle privacidad a los espacios (vos ves de adentro hacia afuera, pero no te ven de afuera hacia adentro) y, como en este caso, perfilar la forma de la casa (pudiendo esconder cosas detrás). “Es clave elegir herrajes de primera línea para que sean fácilmente movibles a pesar del peso”, señala Matías.
“La relación con la naturaleza es fundamental para mejorar la calidad de vida. Por eso, integramos el interior con el exterior a través de grandes ventanales, galerías y patios. Con este proyecto quisimos generar un oasis urbano. Todo lo que rodea a la casa es verde”, cuenta Matías.
La paisajista Ina Lalor le dio al jardín plantas silvestres y nativas de bajo mantenimiento. La promesa es que, con el paso del tiempo, las enredaderas cubrirás por completo las medianeras, creando muros verdes.
“En la calle tratamos de lograr una escala baja y doméstica, con el muro de hormigón de una sola altura. Como la planta alta está en voladizo, se crea la ilusión de que la casa está flotando”.
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