El Mozarteum cerró su temporada 2024 con una excelente versión de El Mesías

Como cierre de su temporada 2024, el Mozarteum Argentino concretó una de las visitas más esperadas del año: el regreso de los ensambles de la Academia Bach de Stuttgart, especializados en la interpretación del repertorio vocal e instrumental del barroco tardío. Tal como sucedió en el 2015, los grupos dirigidos por Hans-Christoph Rademann presentaron una obra de taquilla segura: el oratorio Mesías de Händel, en la versión original de su estreno en Dublin, en 1742.

Conviene en este punto hacer un poco de historia: Rademann sucedió en 2013 a Helmuth Rilling, fundador de estas instituciones, y visionario al que se le deben una de las primeras integrales de las cantatas de Bach y sus famosos conciertos comentados (Gesprächskonzerte) que fueron la inspiración para el valiosísimo trabajo de Mario Videla y su Academia Bach de Buenos Aires.

Desde el principio, Rilling puso su esfuerzo en interpretar y difundir la música de Bach más que en hacerlo con criterios “de época”: utilizó instrumentos modernos y se puso del lado de aquellos que aseguran que el fenómeno musical sólo se completa con la audición, y que de nada sirve reconstruir la forma de tocar o cantar de ayer para un oído de hoy, inmerso en la vorágine sonora de nuestro tiempo.

Con una visión más acorde a nuestra época, Rademann implementó la saludable conversión del ensamble a la interpretación históricamente informada.

Más que ningún otro oratorio, El Mesías ha padecido una distorsión en las fuerzas necesarias para su ejecución: poco después de la muerte de Händel ya lo interpretaban en Londres cientos de músicos juntos, y un siglo después las cantidades ascendían a miles.

«El Mesías». El oratorio de Händel brilló en el Colón. Foto: Liliana Morsia

Tal vez por eso, una versión como la del lunes (un coro de 20 integrantes y una orquesta de 22), más acorde con lo que Händel pudo reunir en el estreno, requiere una reconfiguración de la escucha por parte del oyente, y una apertura a un universo que, paradójicamente, puede resultar novedoso.

Un director al servicio de la obra

Frente a un conjunto vocal e instrumental que parece una extensión de su cuerpo, Rademann (de gestualidad tan eficaz como poco ortodoxa) logra una infinidad de recursos dinámicos y retóricos siempre puestos al servicio del texto y la estructura dramática.

Por momentos fue evidente una suerte de tridimensionalidad del sonido, como las líneas de las cuerdas en el coro Glory to God in the Highest, evocación del vuelo de los ángeles que regresan al cielo después de anunciar el nacimiento de Cristo.

Otro pasaje excepcional fue el tríptico coral del principio de la segunda parte, con un clímax impresionante en All We Like Sheep, o el cambios de textura y color en Since by Man Came Death. A diferencia de lo habitual, los coros de cierre de las tres partes (His Joke is Easy, el archiconocido Hallelujah! y el Amen final) no fueron una explosión de sonido, sino una culminación de sentido. Porque en el universo milagroso de Rademann todo gesto musical tiene una razón.

Dentro del cuarteto solista, el tenor islandés Benedikt Kristjánsson maravilló por la calidad extraordinaria de su canto, con un caudal acorde a las necesidades, flexibilidad dinámica y un fiato que le permitió frasear a su gusto.

Imponente versión de «El Mesías», con la orquesta y el Coro de la Academia Bach de Stuttgart. Foto: Liliana Morsia

La soprano argentina Verónica Cangemi, de emisión más vehemente, aportó su conocimiento del repertorio a la escena de la anunciación (que culmina con el aria Rejoice Greatly) y al comienzo de la tercera parte, con I Know that my Redeemer Liveth.

Con buen gusto y estilo adecuado, la mezzo Marie-Henriette Reinhold se mostró expresiva en todas sus intervenciones, pese a cierta opacidad de su centro y sus graves, y el bajo Tobias Berndt ofreció grandes versiones de sus arias y recitativos, en especial la temible The Trumpet Shall Sound (donde también se lució el trompetista Hans-Martin Rux-Brachtendorf).

Un Teatro Colón repleto en las localidades superiores brindó una estruendosa ovación al conjunto de Stuttgart y a su director, artífice de una versión que, sin dudas, no será sólo una más para Buenos Aires, ciudad en la que la música de Händel tiene casi 200 años de presencia.

Ficha

El Mesías, de Händel

Calificación: Excelente

Gaechinger Cantorey (Coro y orquesta de la Academia Bach de Stuttgart) Dirección: Hans-Christoph Rademann Ciclo: Mozarteum Argentino Teatro: Colón, 4 de noviembre

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