Cualquiera que los escuchaba podía darse cuenta de quiénes eran. Los diálogos y las voces de cada uno de ellos, no pueden escapar de nuestros recuerdos, sobre todo, de aquellos que crecieron en la década de los 90 y 2000, en el furor de la pantalla chica. ‘Viteh’, ‘jojojo’ y el ‘che bolu**’ son solo algunas de las palabras y frases que caracterizan a los personajes que forman parte de Alejo y Valentina, la serie de animación que hasta el día de hoy no solo se sigue produciendo, sino que reúne a sus fanáticos en eventos.
Alejandro Szykula tenía 25 años cuando lanzó su propia producción animada en su página web y fue tal el éxito que alcanzó que no tardó en llegar a la TV. Sin embargo, muy pocos conocen en qué se inspiró para darle vida a sus personajes animados, con nombres parecidos al de él y Valeria, su novia de aquel entonces. Aunque lo que ocurre en la cinta no refleja la realidad, el primer capítulo muestra una secuencia que retracta algo que vivió junto a ella. “La idea de crear Alejo y Valentina fue más que nada para hacerla reír a ella y a mi círculo íntimo. Lo que sí, el primer capítulo éramos nosotros dos teniendo sexo en el famoso sofá de Alejo y Valentina”, comenzó diciendo en diálogo con LA NACION.
Cuando Valeria llegaba de la facultad, Alejandro le mostraba los dibujos que hacía, sin saber la repercusión que esto tendría al poco tiempo. Pero ella no era la única que figuraría en Papapipa, la ciudad ficticia de Argentina donde todo pasaría. “Carlitox está basado en un amigo de la infancia que vivía en la misma cuadra que yo. Cuando venía a casa, me tocaba el timbre y me decía ‘hola, vengo a andar en bicicleta’, o ‘vengo a jugar a la compu’. Además, Carlitos era bastante petizo, entonces sí está basado en él, sobre todo, en el nombre y en el momento en el que decía ‘hola, vengo a…, surgió el ‘hola, vengo a flotar’”, explicó.
Pero su talento para el dibujo y la destreza para jugar con distintas voces comenzó mucho antes de crear a la pareja animada. “Desde chiquito, siempre tuve facilidad para hacer voces locas y graciosas. Agarraba casetes, ponía en la grabadora récord play y hacía que conducía un noticiero o por ahí actuaba que era personaje de cuentos. Cuando venían mis amigos, yo los hacía escuchar y se divertían, entonces yo ya me daba cuenta de que era gracioso lo que hacía”, señaló.
La curiosidad de materializar lo que al principio era una idea, ocurrió cuando en la década de los 90 miraba Beavis y Butt-head por MTV. Al ver que los dibujos eran simples, que podían decir lo que sea e, incluso, hacer reír con temas que para él eran serios, es que primero lanzó El hijo de Dios, su primera animación en Adobe Flash, una plataforma que se utilizaba para el formato de la animación. “Fue bastante exitosa, se trataba de un Jesucristo que, 2.000 años después del año cero, regresaba a Buenos Aires con un chumbo y campera de cuero y andaba en moto”, contó.
En paralelo, Alejandro le dedicaba tiempo a Alejo y Valentina. “Era como más trucho y fácil de hacer”, se sinceró y agregó: “Le empezó a ir bien y yo dije ‘listo, sigo por acá’. Entonces, el Hijo de Dios quedó a un costado, a pesar de que hasta el día de hoy me siguen diciendo ‘che, ¿para cuándo el episodio 2?”.
Así fue que Alejo y Valentina comenzó a emitirse en su propia página web, llamada LoCoARTS, con diez capítulos cortos de tan solo unos minutos. Fue tal la repercusión que tuvo que en 2006 llegó a la pantalla chica, de la mano de MTV Latinoamérica, donde tuvo cuatro temporadas que en total suman 53 capítulos de 24 minutos cada uno. Antes, era Alejandro quien se encargaba de las animaciones y voces, pero una vez en el canal, se conformó un equipo, con el que llegó a trabajar hasta 2010, momento en el que decidió desvincularse de la señal. “En la tercera y cuarta temporada ya estábamos bastante cansados porque nos pedían cambios absurdos para internacionalizar la serie. Alejo y Valentina tienen muchas cosas argentinas y ellos querían que abandonemos un poco eso y que comencemos a hacer chistes más internacionales”, comentó.
“Nos pedían que les entreguemos los guiones por adelantado para de esa forma aprobarlos y una vez esto, nosotros empezáramos a hacer las animaciones”, siguió.
Allá por el 2004, también recibió una propuesta de Marcelo Tinelli, y aunque el conductor llegó a promocionar el estreno de la famosa serie animada en VideoMatch, esta nunca llegó. “Me junté con él en el famoso cuarto piso de Ideas del Sur. Entendía perfectamente lo que era Alejo y Valentina, el humor, los silencios, el timing…”, explicó. Sin embargo, cuando le presentó a uno de los productores del ciclo uno de los episodios que había preparado exclusivamente para ellos, este no lo aprobó. “Me terminaron dando ellos un guion con chistes que no me gustaban, que hablaban sobre política. Así que quedó en la nada por diferencias creativas”, comentó.
Después del quiebre con MTV, Alejandro quiso hacer algo nuevo y, ante la insistencia de su padre, decidió entrar a trabajar a la Dirección Nacional de Vialidad. “Estuve cuatro años, duré esas ocho horas encerrado en una oficina. Yo sentía que perdía el tiempo. Lo único bueno de eso era que a fin de mes, yo sabía que tenía un sueldo estable”, rememoró y admitió: “No era muy feliz, pero justo me llamaron para hacer un show en el club media Fest en La Rural de 2015 y ahí me di cuenta de que Alejo y Valentina seguía vigente”.
Allí, aparecían los personajes en pantalla grande y él notaba que los cientos de presentes enloquecían. A raíz de esto es que decidió comenzar a recorrer distintos puntos del país haciendo eventos donde se lo puede ver y escuchar imitando las voces de los dibujos de Alejo y Valentina. En aquel lugar, su timidez y la tartamudez, aspectos que según él le permitieron desarrollar su lado creativo, desaparecen como por arte de magia, como si nunca hubieran existido.