Contra las fuerzas del cielo. La facultad de la UBA donde durmieron más de 100 estudiantes y se convirtió en el búnker previo a la marcha

El hall de entrada de la Facultad de Ciencias Sociales está tomado por los preparativos de la marcha. Sobre el piso de cerámicos, decenas de estudiantes ultiman detalles, con pinceles y fibras, de las pancartas que hoy por la tarde cargarán desde la puerta del establecimiento hasta el Congreso, y desde ahí hasta la Plaza de Mayo. A un costado, amontonados, están las bolsas de dormir que muchos de ellos utilizaron para dormir después de la vigilia de ayer por la noche.

“Con Milei a Sociales le quedan 41 días”, se lee en el cartel de la entrada, firmado por la Juventud Izquierdista Socialista. “Contra las fuerzas del cielo, las fuerzas de las aulas”, se lee en otro, que sostiene un estudiante con la remera roja de la agrupación estudiantil del PTS. “Universidad Pública y Universidad Masiva”, pintan cuatro estudiantes sobre un lienzo desplegado sobre el hall de distribución.

Carteles contra el ajuste presupuestario del Gobierno de MileiAlejandro Guyot

En pocas aulas de la planta baja hay clases. En algunas se están tomando parciales. Pero en la mayoría los pupitres fueron corridos hacia un costado, y son utilizadas para la confección de carteles. En estas aulas, afirma Luzia, una estudiante de tercer año de Ciencia Política, esta madrugada durmieron más de 100 estudiantes, luego de una vigilia que se extendió hasta las cinco de la mañana. Ella, por ejemplo, se encuentra en el edificio desde hace más de 12 horas. Vino ayer por la noche a la olla popular que hicieron, y luego pintó pancartas durante horas.

A diferencia que en la mayoría de las facultades de la UBA, donde el reclamo es uno –el aumento del presupuesto universitario–, en Sociales las consignas son numerosas y se mezclan. Exigen, a su vez, por la apertura de Télam, por los despidos en el Estado, se manifiestan contra el DNU.

Preparativos para la marcha en un hall de la facultadAlejandro Guyot

“Hoy es un día re importante porque pedimos por el descongelamiento del presupuesto. Pero tenemos también otros reclamos, porque con hambre y sin techo no se puede estudiar. Tengo un amigo que trabaja 11 horas en una metalúrgica y hace una materia a la vez porque le cuesta un montón llevar una cursada así. Y cada vez le cuesta más”, afirma Carolina Senatore, de 24 años, estudiante de tercer año de Sociología. Hace poco más de un mes, la joven fue despedida del Ministerio de Educación de La Nación, donde trabajaba desde hace un año.

“Yo trabajaba en las becas Progresar. De hecho, estaba acá, cursando cuando me llegó el mail de despido. Me largué a llorar”, cuenta la estudiante, que desde entonces se encuentra desempleada.

Entrado el mediodía, la facultad se empieza a llenar, tanto de estudiantes como de docentes. Entre los profesores se encuentran algunos de los organizadores de la marcha, cuya premisa es evitar que las organizaciones estudiantiles más radicales mezclen reclamos.

Los carteles contra Milei, en los pasillos de la facultad de SocialesAlejandro Guyot

“Esta es la primera vez desde 2001 que todas las organizaciones gremiales estudiantiles marchan juntas. En general, la universidad es bastante diversa, tenés decenas de agrupaciones, de izquierda, peronistas, progresistas, además de los gremios de docentes y no docentes. Esta vez el consenso fue automático”, afirma el profesor de Fundamento de la Ciencia Política Diego Muzio, quien enseña en esta facultad, donde también estudió, hace casi 30 años.

Muzio, que es uno de los organizadores de la marcha, lamenta que algunas agrupaciones quieran “llevar agua para su molino sumando otros reclamos”.

“La marcha la va a encabezar un cartel con una única consigna en defensa de la universidad pública. Recién detrás de eso van a marchar las organizaciones estudiantiles. Y más atrás, quien sea que quiera sumarse. Lo que queremos que quede claro es que nuestro reclamo es uno, y queremos que sea lo más masivo y unificado posible”, sintetiza el docente.

En su opinión, el Gobierno nacional encabeza un “ataque hacia la universidad en general”, no solo hacia el presupuesto. “Creo que lo hacen porque creen que lo que pasa en la universidad pública no concuerda con sus ideas”, sigue.

“Esta una situación que nunca vivimos. El presupuesto, nos han dicho las mismas autoridades, es insuficiente para finalizar el ciclo lectivo, entonces corre riesgo la cursada misma”, afirma el estudiante de sociología y docente ayudante Diego Riquelme, quien a su vez es consejero superior del claustro de estudiantes.

Según remarca, en la facultad hay un consenso de todo el arco político universitario. Pero el arco político universitario de Sociales no es total: en este edificio, a diferencia de en otros, ni el Pro ni el oficialismo tienen representación, menciona.

“La situación es dramática, estamos en un punto de inflexión, no podemos garantizar el comienzo del segundo cuatrimestre, por temas tanto de infraestructura básica como de salarios. En mi caso, como docente estamos trabajando con salarios que no son dignos de nuestra tarea y formación. Es la primera vez que más allá al gremio al que pertenezcamos y de la pertenencia a agrupaciones o no de los estudiantes, todos y todas estamos de acuerdo en algo. Por eso nos unimos con las otras facultades el banderazo la otra semana en plaza Houssay, y nos unimos hoy”, afirma Wanda Fraiman, quien es docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación hace 17 años.

Medicina y Económicas

A primera hora de la mañana, el hall y los pasillos de la facultad de Medicina de la UBA estaban en penumbras. ¿Las razones? Como parte de una medida para achicar gastos debido al recorte presupuestario, todas las facultades de la UBA mantienen los espacios con iluminación natural con las luces apagadas.

En Medicina, los estudiantes entraban, subían las escaleras, y hacían fila para tomar los ascensores. “Se supone que, por el recorte, solo los deberían estar usando las personas con discapacidad, eso dijeron desde la UBA, pero la verdad es que todos los usamos. ¡Son 17 pisos!”, dice Celeste, estudiante de tercer año, quien prefirió no dar su apellido, mientras esperaba a que el ascensor bajara desde el piso 10.

En la Facultad de Medicina de la UBA solo funciona un ascensor

La fila frente al ascensor se iba engrosando a medida que avanzaba la mañana, y llegó a haber hasta 40 personas esperando un único elevador. También como parte de la medida de recorte de gastos, de los tres disponibles, solo uno funciona.

Hasta el mediodía las clases funcionaron con normalidad en este edificio de la UBA, el más grande en términos estructurales y también en cantidad de alumnos. Después, cuando comience la marcha, la Facultad permanecerá cerrada mientras parte de sus estudiantes, docentes y empleados no docentes marchen en oposición a la política universitaria del Gobierno nacional.

Si no fuera por la educación pública, nunca hubiese podido estudiar medicina”, dijo Tatiana Gallo, de 27 años, estudiante de 5° año de la carrera, quien esta mañana viajó desde Lanús en colectivo para ir a cursar antes de asistir a la masiva movilización que se espera para esta tarde. Antes de entrar a clase, estaba desayunando un café en un termo y unas galletas de agua que trajo desde su casa en un tupper.

“No es que estoy a favor de ningún partido, solo que la facultad es muy importante. Yo creo que la mayoría va a ir, todos vamos a defender esto: que se pueda cursar con un presupuesto que alcance al menos para lo básico”, sumó la joven, que esta tarde asistirá a la marcha junto a compañeros de la facultad y también con amigos que estudian y estudiaron en universidades privadas. “Quieren acompañarnos a defender la universidad pública”, dijo.

Mientras se sumaba a la fila del ascensor, Chiara, una estudiante de 22 años, que cursa tercer año y no quiso revelar su apellido, dijo: “No voy a ir –dijo a LA NACION al sumarse a la fila del ascensor–. Estoy de acuerdo con que el presupuesto que asignó el Gobierno no es suficiente, pero no estoy a favor de que la facultad esté politizada. El centro de estudiantes está cada vez más politizado, en los pasillos hay carteles de Evita, de Perón”.

Mercedes Rubiño es docente de derecho privado y da clases en la Facultad de Económicas de la UBA. Dijo que se sumará a la marcha apenas se libere de su segundo trabajo, del que realmente vive. “Soy abogada, tengo auditorías toda la tarde. Hay que tener un segundo trabajo para subsistir –dijo–. Cuando termine, iré a la plaza”.

Rubiño es docente de esta facultad desde hace 25 años. Para ella, enseñar en esta facultad es algo absolutamente vocacional. “Mis primeros 10 años acá fueron ad honorem. Uno no viene por la plata, pero la necesita. Desde noviembre del año pasado que no tenemos novedades sobre aumentos salariales. Ahora vamos a ver si, con la liberación de fondos que anunciaron, los salarios mejoran”, comentó la abogada.

Afirmó, a su vez, que, al igual que entre los estudiantes, entre los docentes tampoco hay consenso sobre la marcha de hoy: “Es muy dispar la adhesión. Este es un lugar muy grande. Particularmente, en esta facultad, hay mucha libertad, así que la opinión depende de cada uno”.

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