Fue maravilloso quedar en el corazón de muchos

Para muchos jóvenes sigue siendo Ludimla Ferro, aunque su verdadero nombre sea Mechi Lambre. Es que personificar a la mala que enfrentaba a Violeta Castillo, a cargo de Tini Stoessel fue definitorio en su vida. A las tres temporadas que se grabaron entre el 2013 y 2015 hay que sumar las películas: Violetta en concierto, El viaje y El gran cambio de Violetta. 

Desde el año pasado Lambre integra el elenco de la comedia Es sólo sexo de Jeffa Gould junto a Sergio Surraco, Esteban Prol, Adriana Salonia, Paula Morales, Alejandro Botto y Yani Giovanetti, con dirección de Iván Romero Sineiro. Las funciones son de jueves a sábados en el teatro Picadilly. 

—¿Cómo llegaste a esta comedia? 

—Estamos hace diez meses en cartelera. Me llegó a través de Adriana Salonia, con quien había trabajado en Heidi, bienvenida a casa para el cual había compuesto canciones. De ahí quedamos amigas y siempre tuvimos ganas de volver a trabajar juntas. Cuando empezaron a buscar un perfil que era más o menos parecido al mío, ella dio mi nombre, el director me investigó y quedé. Es un elenco humano maravilloso. Los días en que no actuamos en el Picadilly salimos de gira.

—Volvés a compartir trabajo con Sergio Surraco con quien filmaste Yo, traidor…

—Sí, con él compartimos momentos de producción y también el estreno. Nos hicimos amigos muy rápido, él ahora hace de mi pareja en la obra y lo admiro mucho. Me gustó la película Yo, traidor de Rodrigo Fernández Engler que protagonizó Mariano Martínez, porque te mostraba una salida a través del arrepentimiento. 

—¿Hay proyectos musicales?

—La música y el canto fueron siempre mis herramientas. La mayoría de los proyectos que tuve en la televisión fueron musicales. Desde chica compongo mis propias canciones y ahora estoy juntándome con Hugo Hoffmann, quien es un gran pianista de tango, que nos representa mucho afuera. Empezamos a hacer música juntos y arrancamos con este proyecto, aún sin título. Es una fusión de tango, estamos buscando una propuesta con identidad.

—Cantás, bailás y actuás: ¿participaste de alguna comedia musical?

—No lo busqué. Después de Violetta me casé e intenté darme un poco de tiempo para mí. Después llegó la pandemia. En estos últimos tres años me reactivé y ahora sí estoy empezando a tocar algunas puertas y audicionar para comedias musicales. 

—¿Hubo un antes y un después con Violetta?

—Arranqué muy chica, tenía dieciocho años y ahí aprendí muchísimo. Me había formado en La Plata e hice trabajos de manera independiente. Conocí el acompañamiento de la gente y eso fue maravilloso. Nunca me siento sola en ningún lugar. Descubrí que siempre hay alguien que me conoce, en algún pueblito escondido, en cualquier sitio. Es un programa que no se le puede borrar a la gente, porque fue una parte de su vida, como un proyecto que los acompañó en la niñez, o en la adolescencia y los marcó. Fue maravilloso para mí quedar en el corazón de muchos. 

—¿Aunque hiciste de mala?

 —Lo que armamos con los directores fue crear un personaje empático, nadie la quería matar. Lo emitió Disney y Eltrece, porque fue coproducción con Polka. Siempre, desde muy chica quise protagonizar en la televisión. Fue un sueño medio inalcanzable y luego una locura. Después vinieron las giras y el contacto realmente con la masividad.  

—¿Sobrellevaste la popularidad?

—Es algo que no a cualquiera le pasa. Son oportunidades únicas y tuve el privilegio de haberlo podido vivir. Fue muy impactante. Estoy muy agradecida a Disney. Siempre se preocuparon muchísimo, por cómo estábamos no solamente si funcionábamos a nivel profesional, sino en nuestras vidas personales. Había psicólogos a nuestra disponibilidad, por si los necesitábamos. Me trataron como si fuera una princesa.

La otra cara de la fama

Con poco más de treinta años, Mechi Lambre palpó el gran éxito y repercusión que da la televisión y las plataformas, sumando giras internacionales con la historia de Violetta. Hoy confiesa: “Me empecé a frustrar porque había estado seis años acostumbrada a los más de cuatrocientos estadios llenos y de repente sacarte ese chip y decirte la vida real es otra. Fue un proceso largo para mí y tuve que hacer un trabajo interno, de identidad. Volver a Mechi de La Plata que había arrancado a estudiar profesorado de teatro, iba a tener una vida tranquila y ser muy feliz. Después de probar el éxito sentí que si no lo tenía ¿iba a ser infeliz?”

Continúa: “Me tomé un tiempo como para volver a mí. Muchos me decían si parás vas a desaparecer, tenés que seguir trabajando y aprovechar la ola. Me casé con Ezequiel (Freidzon) y él me ayudó muchísimo y me valora. Es empresario gastronómico y me decía si querés ser pastelera venís al local y lo hacés. Volví a elegir esta carrera pero ya como una mujer, no como la adolescente. Hoy comparto escenario con intérpretes que tienen mucha más experiencia, con carreras hermosas y espectaculares. Para mí es un privilegio estar con ellos.

Cuando se le pide que le dé un consejo a quien se inicia como intérprete, afirma: “A veces veo mucho la necesidad del reconocimiento o de llegar a ser famoso para sentirse artista o actor o actriz. Lo que intento aconsejar es que busquen una identidad. El éxito que se alcance no debe importar si lo estás haciendo en un teatro comercial o a la gorra, si es en una película o en televisión lo importante es creer en uno mismo”.

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