Las reuniones del Papa con Rodolfo Barra y con Jorge Macri tienen más miga que la que pudo tener con Milei. Seguramente que le llevaron sus regalos al Santo Padre, con más puntería que el presidente, que equivocó la marca de alfajores que más gustan por allá. No es la marca que evoca la leyenda del danzarín Benito Bianchetti (guglear) sino la que fabrican en Mar del Plata Willy Stanley y Chrystian Colombo con la H mayúscula.
El mismo desliz cometió Angela Merkel cuando viajó de Buenos Aires al Vaticano, mal aconsejada y con los alfajores equivocados. Barra es un hombre clave del gobierno de Milei por su ciencia, su experiencia y la gravitación que tiene en la justicia. Conoce el mundo Eurnekián – alma mater de Milei – porque fue el regulador de los Aeropuertos como titular del ORSNA. Suma una fuerte relación con la Iglesia y con Bergoglio desde que éste era arzobispo de Buenos Aires.
Lo que hablaron los dejó a los dos sin dudas sobre dónde están parados el Vaticano y el gobierno argentino. No se encontraron para andar contando por ahí sobre qué hablaron y menos aún sobre qué compromisos quedaron cerrados o abiertos. Por de pronto, a pocas horas del encuentro, el gobierno soltó fondos para los pobres que reclamaba la Iglesia.
Un acto de misericordia
Para quienes se preguntan qué piensa Milei del Papa, que lean sus declaraciones. Para lo que piensa el Papa, hay que escucharlo en directo. Le sorprendió la religiosidad del presidente, aspecto que le comentó a sus entornistas de la Santa Sede. También le reconoció la preocupación por la situación de la Argentina.
Con la situación que ha recibido entiende que el esfuerzo que hace Milei para superar los problemas es mayúsculo. Salieron más amigos que cuando entraron a la reunión. La clientela de la Iglesia son los pecadores y los arrepentidos y en esto Milei es ideal como interlocutor.
Nadie escuchó nada sobre viajes a la Argentina, y todo quedó para nuevos encuentros, seguramente en El Vaticano. «Es un hombre muy religioso», es la frase que repiten los anfitriones del Vaticano, que describieron el sentido de la visita como un acto de misericordia del pontífice hacia el presidente.
El Macri más lejano de Milei
Para cortar tanto mileísmo, el Papa agregó a Jorge, el más Macri de todos, que repite a quien quiera escucharle: lo único que no le debo a Mauricio es el apellido. Tiene ambición de más y espera su turno en el distrito que puso tres presidentes en 20 años. Se anota para el 2027.
Por lo pronto, se dio cuenta de que debe estar lejos de Milei. No firma nada que lo acerque al presidente ni empuja al PRO de la CABA a que adhiera a la candidatura del primo Mauricio a la presidencia del partido. Sabe que cualquier movimiento en ese sentido triza la base de su gestión.
Para que no queden dudas de su posición ratificó el acuerdo con los radicales del ala Yacobitti-Lousteau, a quienes les mantuvo el control del Banco Ciudad y otras dignidades notables, como la Procuración de la ciudad, que fue a manos de Martín Ocampo.
Macri rompió con Larreta, que buscaba prolongar la alianza con los radicales, que los había ayudado, a Mauricio y a Horacio, en los dos mandatos de cada uno. Eso hundió la candidatura presidencial de Larreta, pero Jorge no come vidrio y se abrazó a esa amistad que le permite prosperar.
Cristina aprovecha la derrota ómnibus
La colectividad política insiste en actuar como si el escenario fuera el recinto cerrado de los canales de cable. Allí se desmenuzan los mensajes del gobierno y de Cristina de Kirchner sobre la teología de mercado y los animadores de la tarde apuran a sus entrevistados con golpes de almohadón.
El debate sobre el origen de la riqueza y la pobreza de las naciones no tiene solución en el territorio académico. Cristina repitió el manido discurso que le escriben sus asesores sobre el bimonetarismo y la peste de la deuda. La oportunidad de salir en público es obvia. La caída de la ley ómnibus es una derrota del primero y único plan del gobierno. Como jefa del peronismo bonaerense no iba a dejar pasar un solo minuto sin responder, aun repitiendo argumentos que entienden pocos.
El ataque de Milei a los gobernadores es una invitación a la confrontación. El peronismo de Diputados alimentó la derrota con los votos que suma junto a la izquierda. Con esta aparición Cristina apuesta a que el peronismo del interior se enfilará, como en otras oportunidades, detrás de una jefatura bonaerense.
Las únicas provincias en donde Sergio Massa le ganó a Milei fueron las que exhibieron una fuerte presencia del cristinismo – Buenos Aires, Formosa, Santiago del Estero y Chaco. Sobre esa piedra ella intenta (re) construir su iglesia.
Milei castiga a los votantes del peronismo
La realidad va por otro lado, más allá de las discusiones en las peñas de eruditos sobre si el déficit conduce a la gloria o a la muerte. La diferencia de Alberto con Milei es que el expresidente escuchaba lo que Cristina pontificaba y no le respondía. Milei, en cambio, cree que respondiéndole polariza en su beneficio.
Sigue encerrado en la fiebre adolescente que envenena a los políticos, la intransigencia y el regeneracionismo. Pactar es malo y todo muere y renace cada cuatro años. Es hacer política a tumba abierta. Su lema de acción es que él representa a un país que quiere un cambio de cuajo, cuando el 44% del electorado votó al peronismo.
El castigo a las provincias tiene la misma música que entonaban Cristina y Néstor cuando mortificaban al electorado de la Capital por votar a Macri. Le arrojaron el subte por la cabeza, le espiaron las llamadas con agentes secretos plantados por la Nación en oficinas de la Ciudad, recortaron fondos a lo largo de los 16 años de la gestión de Mauricio y Horacio y se burlaban de que hasta los helechos tienen luz y agua.
Mala conciencia la de éstos porque sostenían sus mandatos subsidiando tarifas en el área metropolitana, que es donde están los votos. Sólo les sirvió para perder. Quien gobierna debe hacerlo para quienes lo votaron y para los que no, que son quienes lo esperan para tumbarlo.
Ahora Milei carga contra los gobernadores porque cree que le quieren disputar el poder. Corre el riesgo de que le vaya igual de mal que con el Congreso por una sola razón: los gobernadores tienen un poder que él no tiene.
Milei manda a ajustar al Congreso
El Congreso espera en pausa porque el jueves terminó el período de sesiones extraordinarias. Especula sobre qué insolencia les propinará el presidente, con el peor de los ánimos.
La conducción menemista de la Cámara de Diputados ordenó que a partir de este mes los empleados de planta permanente de la casa registren asistencia. Parece algo normal, pero la política es un planeta de anormales que suspenden la vida por cuatro o seis años, dejan su familia y sus empleos para gravitar en un no lugar y un no tiempo, el de su mandato.
Los empleados del Congreso trabajan en horarios, lugares y agendas que no pueden registrar con datos antropométricos a la distancia, como el resto de los mortales. Ni qué decir de empleados que cumplen funciones en ciudades del interior, forzados a migrar a la Capital para no perder sus empleos.
Martín Menem los quiere a todos en su silla: amenazados por la cesantía, se acumulan en los despachos, que les quedan chicos para tanto cumplimiento horario. Tampoco alivia los ánimos de los legisladores la cancelación de contratos de alquiler de oficinas en edificios que rodean el palacio.
En esos despachos laten las conspiraciones más discretas de la política. Los usuarios, que contaban con que la Cámara pagase esos alquileres, tienen que revisar sus costumbres.
Quedaron atrás los tiempos dorados de la gestión de Emilio Monzó entre 2015 y 2019. Llegó a disponer de un edificio sobre la calle Combate de los Pozos en donde albergó a diputados que habían sido gobernadores. If you give respect, you get respect (Si respetás, te respetan). En ese edificio tuvieron sus oficinas José Luis Gioja, Felipe Solá, Daniel Scioli y otros exgobernadores, esa raza maldita para Milei.
No habrá revisión de la herencia recibida
En Casa de gobierno y en el edificio de la Jefatura de Gabinete de la Diagonal Norte se hacen los preparativos para el 1° de marzo. La novedad principal es que no se imprimirá la Memoria que suelen entregar los presidentes cuando inauguran el año legislativo.
Antes, en algunos casos se les entregaba no ya un libraco impreso en papel, sino un pen drive, o una tarjeta con un código QR que contenía la rendición de cuentas del ejercicio anterior.
La memoria de 2023 debió evaluar la gestión de Alberto Fernández hasta el 10 de diciembre y la de Milei desde ese día. Como este presidente hace borrón y cuenta nueva como un recurso para conservar el respeto de los peronistas que le facilitaron el acceso al gobierno, se priva del placer de criticar la herencia recibida. Y para qué va a gastarse en rendir cuenta de los 20 días en los ocupó el cargo.
Entonces, esta vez no habrá rendición de cuentas. En esos aprontes se especula con que Milei renovará sus críticas a la casta mala del Congreso que le deshuesó la nonata ley ómnibus.
No está dispuesto a admitir que se la aprobaron en general con 144 votos y que la torpeza de sus negociadores convirtió en menos 5 minutos ese capital valiosísimo para un gobierno sin votos ni legisladores, en una derrota por 154 votos.
Pasar de la gloria al infierno en tan poco tiempo habla de la provisoriedad de este gobierno, que ya ha echado a más funcionarios que los que designó.
Atracción fatal
También este fin de semana aporta el regreso de Mauricio Macri a Buenos Aires. Los faroles están sobre él por la campaña del oficialismo para hacerle el abrazo del oso y comprometerlo con el gobierno.
Esta iniciativa descansa sobre la comunidad de proyectos y el encabalgamiento de electorados entre Milei y el sector derechoso del PRO. Pero Macri resiste ponerle prisas al empeño. Mandó a enfriar el entusiasmo, con la consigna de que primero hay que ordenar al PRO bajo su presidencia.
En la semana que comienza espera reunirse con caciques del partido del interior y con un grupo grande de los intendentes del PRO de todo el país. Pero nada de fusión. Macri tiene destrezas de vestuario para manejar al presidente. Milei – afirma, es un tipo emocional y hay que cuidarlo. Hay que acercarle lo que necesita y también indicarle qué curvas no se tiene que comer. Pero no hay echarse en brazos de él.
¿Convergencia? En el Congreso, recién en mayo. ¿Ritondo al interbloque? Ni loco, dice Cristian a quien quiera escucharlo. Hoy preside el bloque del PRO y solo deja el cargo si le dan la presidencia de la Cámara.
Si lo quieren en el interbloque que arme el PRO con La Libertad Avanza, lo hacen saltar para arriba y teme lo saquen de la presidencia del bloque PRO. Esta situación la vivió en su momento Mario Negri, que fue eficaz como presidente del Interbloque de Cambiemos porque conservó al presidente del bloque de la UCR.
Recién en 2025, si va todo bien
Este enfriamiento que pide Macri responde a vacilaciones razonables. Cree que debe haber unidad en listas de diputados y senadores del 2025, pero no antes. Debe regular el compromiso con Milei, que ya que capturó ese electorado y le hizo perder a Cambiemos las elecciones presidenciales.
Si Milei encarrila su gestión, puede formalizarse esa relación. Pero si sigue patinando, lo mejor es estar lejos. El presidente insiste en el silencio sobre sus relaciones con el peronismo, al que halaga tirándole flores a Cristina. “Es intelectualmente honesta y el problema es que adhiere a un modelo que es una porquería», dijo sobre el documento.
El público de Milei espera algo más que estas caricias dialécticas. También se desmarca del macrismo cuando se rodea de ex funcionarios del gobierno fernandista como Guillermo Francos o Daniel Scioli – que es funcionario “ad honorem” porque fue vicepresidente y tiene una pensión como tal-.
El infierno tan tenido
En 2015 Macri presionaba sobre la convención de la UCR de Gualeguaychú, para que rechazase una alianza con Massa en las elecciones presidenciales de aquel año.
El argumento era que, si eso ocurría, la alianza de 2015 terminaría jugando dentro de una interna del peronismo. Con el mismo argumento dinamitó la posibilidad de sumar a su fuerza a la mesa de Córdoba, que animaban Schiaretti, Pichetto, Lavagna, Massa y Urtubey.
Ese proyecto lo impulsaba Rogelio Frigerio, su ministro más importante, que llegó a proponerle que en prenda de compromiso designase a Osvaldo Giordano en el Anses. Macri lo rechazó – otra vez – con el argumento de que terminarían jugando una interna del peronismo.
Temía que en 2019 terminase todo en un ballotage Schiaretti-Cristina. Pasados los años, con este acercamiento a Milei, que es un peronista vergonzante que convive con el peronismo sociológico, puede terminar en ese infierno tan temido de jugar en una interna del peronismo.