Cómo llega la economía al balotaje: inflación reprimida, dólar atrasado y tensión con el FMI

Poco cambió en la economía argentina entre las elecciones del 22 de octubre y el balotaje de este domingo. Como aquella vez, el país va a las urnas con la inflación más alta en 32 años, la pobreza por arriba del 40% y con la falta de dólares como factor desordenador de toda la macro.

Del lado de los indicadores que mostraron una leve mejoría aparece la brecha cambiaria entre el dólar blue y el mayorista, que pasó de 214% en la previa a los comicios de octubre al 182% actual, en medio del período de calma que se registró en los dólares alternativos.

Del lado negativo se profundizaron el atraso cambiario y la falta de dólares que tiñe de rojo las reservas del Banco Central. En el medio hubo un alivio transitorio en la inflación mensual que pasó del 12,7% de septiembre al 8,3% de octubre, aunque los privados anticipan que este mes volverá a los dos dígitos y que el nivel interanual -que ya marca 142%- podría llegar a 170% a fin de año.

«El próximo gobierno hereda una inflación reprimida, sobre todo concentrada en el atraso del dólar oficial y naftas, que alcanza casi el 60%. El Plan de Estabilización del nuevo gobierno tiene que contemplar que la normalización de estos precios puede provocar un fogonazo inflacionario inicial en el primer semestre de 2024, pero es condición necesaria para evitar más distorsiones a futuro», indica el economista Fernando Marull, director de FMyA.

Para Consultatio, «realinear los precios relativos, una necesidad en cualquier programa creíble de estabilización, implicaría un salto de 69% en los precios regulados, con un impacto directo en la inflación de al menos 19 puntos considerando efectos de segunda ronda».

«Además de los precios de bienes y servicios regulados, el indefectible ajuste del tipo de cambio implicará un traspaso a precios que dependerá del orden de magnitud de la corrección y de si éste es parte de un plan de estabilización creíble», profundiza Consultatio.

La devaluación del 14 de agosto llevó al tipo de cambio mayorista a $ 350 y se mantuvo congelado hasta la semana pasada. En tres días subió a $ 354 y aumenta ahora un ritmo del 4,5% mensual, muy por debajo de la inflación.

«Uno de los frentes que exige soluciones de forma apremiante es el cambiario. En el último año se llevó adelante una serie de parches, sin modificar notablemente dólar oficial: distintas ediciones de dólar soja, que luego se extendieron a más bienes hasta concluir en el “dólar exportador”. En esta coyuntura, regresar al nivel de competitividad del lunes post-PASO requeriría un salto cambiario real de 45%», marcan desde GMA Capital.

Pese a los refuerzos que significó el dólar exportador, que terminó el viernes pasado después de aportar US$ 1.050 millones, las reservas netas del Banco Central siguen siendo negativas en US$ 10.000 millones.

Para LCG, «respecto a la dinámica de las reservas, la tensión seguirá siendo evidente en el corto plazo. Sin efecto de la sequía y con el uso pleno del gasoducto la presión debería ceder apenas, pero en 2024 se agregarán mayores pagos de deuda a privados (US$ 4.300 millones en total) y la necesidad de renegociar con el FMI los desembolsos comprometidos sin haber cumplido las metas acordadas para 2023 (pagos netos por US$ 3.600 millones, asumiendo desembolsos por US$ 3.200 millones)».

«La definición de la política cambiaria será crucial para el próximo presidente», remarca LCG.

La política cambiaria es uno de los puntos que más incertidumbre despierta. Pero también el frente fiscal requiere atención urgente con un déficit que se perfila al 3% del PBI, muy por encima del 1,9% que Sergio Massa pactó con el FMI para año.

«Las medidas fiscales de Massa de corte electoral acumulan tensiones para el 2024 a lo que se suma la deuda comercial con proveedores que se acrecentó por la decisión del gobierno de no entregar divisas a 350 pesos», sostiene Eduardo Fracchia, del IAE Business School de la Universidad Austral.

La escasez de divisas generó que el Gobierno tomara a las importaciones como variable de ajuste. Así, viene retaceando la entrega de dólares al tipo de cambio oficial, lo que estira la deuda de los importadores a US$ 50.000 millones, un frente del que también deberá ocuparse la próxima gestión.

«En este último tiempo las importaciones están muy pisadas y se nota la falta de insumos en las compañías con efectos adversos en la dinámica de las operaciones», amplía Fracchia.

Para Consultatio, «hasta aquí, la única certeza es que independientemente de quien resulte ganador este domingo, el status-quo es insostenible. La necesidad de un ajuste fiscal, de un rediseño y relanzamiento del acuerdo con el FMI, la modificación del régimen cambiario son tres frentes sobre los que veremos cambios muy pronto Y la suba de inflación junto con el deterioro del nivel de actividad económica en 2024 son dos certezas que también pueden abstraerse del resultado del domingo».

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