El apoyo explícito de los directores del Conicet a Sergio Massa para el balotaje forma parte de un hábito recurrente: usar lo público como “privado”, precisamente desde un sector político que dice reivindicar lo público, pero que a veces suele entender lo público como gubernamental y partidario. No permite que lo público represente a todos.
El caso del Conicet es paradigmático de una cantidad de situaciones del mismo tenor ya naturalizadas. De hecho, la solicitada de los directores del Conicet que postula al candidato de Unión por la Patria como su candidato a Presidente era del viernes pasado y no había hecho gran ruido. Había sido publicado por algunos portales, en su mayoría oficialistas, y todo habría quedado ahí si los investigadores disidentes del Conicet no lo hubieran hecho notar.
A muchos puede parecerles bien que la ciencia argentina financiada con fondos del Estado se vuelque por uno de los dos candidatos a Presidente, aunque eso es algo sólo compatible con el axioma de que el fin justifica los medios. Es decir, considerar que un eventual triunfo de Javier Milei (al que hasta ahora votó un tercio del país) sería más perjudicial que violentar ya lo público.
Perjudicial, siguiendo con esa lógica, por el hecho de que Milei durante la campaña criticó duramente al Conicet y entre sus planes, al parecer -al parecer porque sobre muchas de las cosas que dijo luego se desdijo- es dejar al sector privado que se haga cargo del financiamiento de la ciencia. Ese plan no repara en que hay determinado tipo de investigaciones que el sector privado no financia porque no son rentables.
Para poner un ejemplo, según los criterios libertarios la vacuna Arvac contra el Covid no debería haberse siquiera comenzado a investigar, dado que ya había países mucho más desarrollados que Argentina que tenían la vacuna y se la podíamos comprar. Una división del trabajo que hace que haya naciones que siempre van a producir vacunas y otras que nunca lo van a hacer.
Frente del edificio del Conicet, cuyos directores apoyaron públicamente a Massa en una solicitada.Volviendo al Conicet, la postura institucional parece imposible de desligar del interés particular, la defensa propia, con criterios que no son compartidos por el conjunto de la sociedad ni por todos los investigadores y científicos que integran el organismo. Para decirlo de otra manera, mucha gente puede valorar la vacuna Arvac, pero a la vez considerar que la manera de defender ese tipo de proyectos no es diciendo a qué candidato votar.
Ese actuar en defensa propia quedó claro en el mail que envió un investigador muy enojado a Clarín, en el que decía: “¡Con la mía no!”. Y sobre los investigadores disidentes afirmaba: “Se están pegando un tiro en el pie”. Hubo un segundo mail para criticar otra nota que marcaba la diferencia del Hospital Garrahan para marcar su posición de cara al balotaje. El hombre, este investigador, insistía en que no era distinto lo que había hecho el Conicet de lo firmado por el Garrahan. No podía ver que toda la distancia la hacía la frase final del texto que hacía redundante lo obvio, cuando los directores del Conicet llamaban a votar por Massa.
Se podría sospechar que hasta el mismo Massa, queriendo ocupar el centro de la escena política, habría de tener reparos con este tipo de pronunciamiento público a favor de su candidatura, una actitud más emparentada con el perfil kirchnerista del Gobierno. Es decir, más que hacerle un favor, la propaganda podría volverse un búmeran -en su justa medida y armoniosamente- al llevar al actual ministro de Economía hacia una zona posiblemente inconveniente para seducir a los últimos indecisos que satisfagan sus aspiraciones presidenciales.
PS