El podio de los ítems que más subieron cambió drásticamente en diciembre, cuando la nueva administración decidió devaluar y liberar una serie de precios que estaban congelados. Las paritarias, protagonistas de la discusión de los próximos meses.
14 de enero 2024, 05:14hs
Con los datos de inflación cerrados para 2023, que finalizó con un alza de 211,4% en los precios, se puede analizar la evolución de las diferentes variables durante el año pasado. Al hacerlo, se aprecia un claro ganador: el dólar oficial, que subió más de 350% en 12 meses.
Según un análisis de GMA Capital, detrás del tipo de cambio oficial se ubicaron los componentes relacionados al costo de vida. Primero, aparecen los precios de alimentos y bebidas, que escalaron 251,3% el año pasado. Detrás, se ubica la inflación núcleo (aquella que no toma en cuenta los precios regulados ni estacionales), que aumentó 229%. En el cuarto lugar del ranking está el ya mencionado índice de precios al consumidor.
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Por debajo del 200% se ubican las variaciones a noviembre (último dato disponible) de la canasta básica alimentaria (189%), el precio del pollo (188%) y el de la carne (187%), según el IPCVA. Detrás de ellos se ubicó el dólar contado con liquidación que, aunque llegó a estar un 170% por encima del oficial, terminó el año con una variación de 186%.
Las tarifas toman carrera
Un ítem que también quedó rezagado en relación con el dólar y la inflación fueron los precios regulados, que aumentaron 165%. Esto refiere a tarifas de servicios públicos, combustible, transporte y prepagas, entre otros rubros que requerían una audiencia pública o directamente una autorización del Gobierno para incrementar sus precios.
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Sin embargo, la nueva administración liberó inmediatamente los topes que pudo y llamó a audiencias públicas para acomodar los costos del gas y la energía eléctrica. Así, es probable que durante 2024 los regulados busquen recuperar el terreno perdido.
Sobre ese punto, GMA recordó que el gobierno de Alberto Fernández usó los precios regulados como una forma de mitigar la inflación. Sin embargo, sostuvo que “los congelamientos funcionan sólo como medida de corto plazo, y su abuso tiene efectos negativos sobre los incentivos”.
En esa línea, la compañía hizo notar que corregir los precios regulados requerirá un esfuerzo importante. “En rigor, para equiparar la evolución de la inflación núcleo desde agosto de 2019, el componente regulado debería experimentar una suba real del 72%”, estimó.
El salario, último de la fila
El trabajo de GMA Capital muestra que el salario -en todas sus presentaciones- fue el gran perdedor de 2023: subió entre 98% y 152%. “A pesar del desfasaje en algunos datos, es posible observar una tendencia que duele: los salarios perdieron fuertemente, no solo contra el tipo de cambio oficial y el ‘contado con liqui’, sino contra la mayoría de los componentes de la canasta básica, especialmente, alimentos y bebidas”, afirmó el reporte.
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Si bien faltan los datos oficiales de los últimos dos meses del año, la tendencia no es auspiciosa, teniendo en cuenta que la devaluación de diciembre hundió las remuneraciones en pesos y la inflación seguirá haciendo lo mismo en los primeros meses de este año.
Según estimaciones de Equilibra, el salario medido por el índice Ripte, habría caído en términos reales 11% en el último mes de 2023, lo que significaría un récord para la serie que arranca en 1995, producto de una suba esperada del salario formal en torno al 11% contra precios que crecieron 25,5%.
Para Ecolatina, las paritarias -sin participación estatal- tendrán un rol protagónico en la dinámica inflacionaria de este año. La consultora describió dos escenarios posibles para la evolución de los salarios. En el primero, los sueldos se recuperarían y seguirían de cerca a los precios. En ese caso, “la inercia inflacionaria no sólo no se cortaría, sino que además, estará latente el riesgo de una pronta espiralización precios-salarios”.
La consultora sostuvo que en ese caso, la inestabilidad “minaría la popularidad del Gobierno -porque la inflación se estacionaría en niveles elevados, por encima del 20%- y también su credibilidad para llevar adelante un plan de estabilización exitoso”.
En el otro escenario, los salarios seguirían en caída y actuarían como freno a los precios. “La inflación desacelerará como resultado de una demanda agregada débil, que será la consecuencia, principalmente, de un desplome del poder adquisitivo (el consumo privado explica cerca del 70% del PIB). En este sentido, cuanto mayor sea la diferencia en la velocidad a la que corren los precios respecto a los salarios, más grande será el efecto recesivo y posiblemente más rápida la desaceleración de la inflación”, explicó Ecolatina.
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Para los analistas de esa consultora, el panorama de los próximos meses combinará elementos de ambos escenarios: habrá paritarias cortas y algunos ajustes salariales mensuales, pero todo ello no alcanzará para mantener el poder adquisitivo, por lo que también la recesión jugará un papel en la desinflación.