Con orgullo, en el desayuno que organiza en el mítico bar El Cairo de Rosario, Maximiliano Pullaro muestra un video de hace más de veinte años en el que un joven pelilargo y de rulos está sentado al lado de Raúl Alfonsín, durante una visita que el ex presidente realizó por el interior de la provincia de Santa Fe.
El veinteañero de melena era él mismo, ahora mucho más atildado desde lo capilar y desde la vestimenta, por entonces un jovencísimo dirigente universitario radical que daba sus primeros pasos en política apalancado por una historia personal de mucho esfuerzo.
Gringo de campo, nacido en la localidad Hughes, llegó a Rosario para estudiar Ciencias Políticas, trabajó repartiendo pizzas y en poco tiempo construyó un sólido negocio de delivery que luego amplió hacia el rubro de transporte de cargas y también de la construcción. La crisis de 2001 le pegó, pero se las ingenió para seguir consolidándose como empresario y, en paralelo, como una figura ascendente del radicalismo local.
Por esos años, también empezó a despuntar un vicio que todavía disfruta: el boxeo. «Hice peleas amateurs, y también en el gimnasio en el que entrenaba. Cobré y pegué, como buen boxeador. Era de ir al frente y me encantaba», recuerda a la distancia, con 48 años, sobre esa etapa.
Hay un gran recuerdo que guarda Pullaro: el día que practicó boxeo con Marcelo Bielsa, cuando el DT estaba viviendo de vuelta en Rosario después de su salida de la Selección argentina, en 2004. «Entrenábamos juntos con Marcelo, eramos compañeros e hicimos una pelea a beneficio del gimnasio en el que practicábamos. No era un rival fácil, porque era alto y sabía pegar», rememora quien muestra también fotos con el ex campeón mundial Martín «Látigo» Coggi.
Con «Látigo» Coggi, el histórico campeón mundial de boxeo.
Su gestión en una provincia desbordada por la inseguridad y el narcotráfico
Pullaro es un tipo que habla simple, lleva pegado el ADN del interior santafesino en sus palabras y además es muy reservado. Tiene motivos para serlo: como ministro de Seguridad provincial, de 2015 a 2019, encarceló a muchos líderes narco de bandas pesadas como Los Monos, Los Alvarado, Los Funes y Los Romero.
Si bien en la foto de su celular están sus hijos, los preserva, para evitar amenazas en una ciudad en la que escalada de violencia en la última década fue fenomenal y que promedia un homicidio por día vinculado a la problemática narco.
Su paso como ministro provincial, en la gestión del socialista Miguel Lifschitz (2015-2019) terminaron por construir su carrera. Y le dieron un plus en la PASO en la que le ganó por amplio margen a Carolina Losada, la también dirigente radical que lo había acusado de tener vínculos con el narcotráfico.
Conocedor del territorio santafesino de punta a punta, se despierta todos los días a las seis de la mañana, empieza sus recorridas a las siete y sigue activo hasta las diez de la noche. «Si no le seguís el ritmo es difícil, pero te dan ganas de acompañar a un tipo que dedica su vida entera a la función pública», dice un interlocutor de Pullaro que viene trabajando con él hace al menos dos décadas.
En la PASO, Pullaro tuvo el acompañamiento de Horacio Rodríguez Larreta, pero mantiene un buen feedback con Patricia Bullrich, ya que ambos coincidieron al frente de los ministerios de seguridad provincial y nacional, respectivamente, en el macrismo. «Siempre me jugó bien Patricia», suele decir Maxi en las reuniones de mesa chica que encabeza, sobre quien lo apoyó en estas generales.
Sin embargo, el dirigente se siente un ladero de Martín Lousteau, que lo viene impulsando desde hace años. «Buena parte de lo que logré en política se lo debo a Martín», resume, quien ubicó al líder de Evolución Radical en la primera fila del escenario del Centro de Convenciones de Puerto Norte.
Maxi Pullaro, votando en Hughes. Foto: Juan José García.
Un gobierno radical, pero con Juntos por el Cambio adentro del gabinete
Pullaro se define como radical, pero también es consciente de que en un futuro gobierno suyo deberá rodearse del resto de las fuerzas de Juntos por el Cambio. No es casual que su candidata a vicegobernadora haya sido Gisela Scaglia, que llegó allí con el respaldo de Rodríguez Larreta y el PRO.
«Maxi no va a poner al resto de la coalición a limpiar los baños de la gobernación, van a ser parte, los necesita. El radicalismo no puede gobernar solo», cuentan cerca de quien se acaba de convertir en el primer gobernador radical en 60 años. Hay que remontarse a 1963, cuando Arturo Illia ganó la presidencia, para encontrar al último radical que estuvo al frente de la Casa Gris, Aldo Tessio.
Desde 1983, Santa Fe fue “una provincia peronista”, con una hegemonía que quebró el primer gobernador socialista de la historia del país, Hermes Binner, en 2007. Luego vinieron los mandatos socialistas de Antonio Bonfatti y de Miguel Lifschitz, hasta que Omar Perotti recuperó para el PJ en 2019.
Cosas de la vida, y de la política, en el top 3 de mejores amigos de Pullaro figura Leandro Santoro, el actual candidato a jefe de Gobierno de Unión por la Patria. «Fui el celestino de él y su esposa, los presenté una vez en Congreso, en un departamento en el que vivía Leandro, a principios de los 2000», cuenta quien es el padrino de uno de los hijos del dirigente radical que dio el salto al peronismo. «Ojalá que algún día vuelva acá», se ilusiona y sonríe quien, no obstante, en la disputa porteña apoya la candidatura de Jorge Macri.
Otro dato que le genera orgullo a Pullaro es haber hecho toda la «escuelita» del radicalismo. Fue diputado provincial, también presidente del Comité Departamental de la UCR Gral. López, vicepresidente del Comité de Provincia de la JR y presidente provincial del grupo NEO de la Unión Cívica Radical. Además, delegado en el Comité Nacional de la Juventud Radical.
El Ministerio de Seguridad en la gestión de Miguel Lifschitz fue el salto que le permitió ganar en consideración y llegar a este momento de gloria política: desde el 10 de diciembre gobernará una de las tres provincias más importantes, en términos de padrón y de economía, del país.