Heridas, broncas, rencores, pases de factura. La Unión Cívica Radical sigue atrapada en una feroz pelea interna, pese a que las PASO ya quedaron atrás y a que en el futuro inmediato -en una de las pocas coincidencias entre sus diferentes sectores- tiene como urgencia asegurarse la mayor cantidad de bancas posible en ambas cámaras del Congreso de la Nación.
Las primarias dejaron a la UCR mal parada: de repetirse en la elección de octubre el resultado, perdería 8 diputados y 4 senadores. Un dato ilustra el estado de las cosas: el gobernador jujeño, Gerardo Morales, estuvo la semana pasada en Buenos Aires y se volvió veloz a su provincia. Apuesta a dar vuelta el resultado -en Jujuy, Juntos por el Cambio quedó segundo y La Libertad Avanza primero- y conservar a sus dos senadores nacionales (ahora pierde uno).
Pero en pleno intríngulis electoral, las diferentes alas de la UCR se siguen disparando con munición gruesa. El sector que integra el dispositivo de Patricia Bullrich sostiene que le ganó la interna a los que jugaron con Horacio Rodríguez Larreta, lo que debería generar una reconfiguración del radicalismo.
«Ellos perdieron y llevaron al partido al desastre. Por culpa de Gerardo Morales (es el presidente del partido y fue como candidato a vice de Larreta) la UCR dejó de tener candidato presidencial. Llevó al radicalismo a jugar con un perdedor», sostiene un dirigente que se alineó sin vueltas con la ex ministra de Seguridad.
«Acá no ganó nadie; perdimos todos. Están contentos porque están en la fiesta del Titanic», responden en el oficialismo partidario, en alusión a lo que significaría un triunfo de Javier Milei en la Presidencial. Acusan, además, a sus rivales internos de querer deja al partido al servicio de Mauricio Macri.
Es tanta la bronca acumulada, que un legislador que juega con Morales pronostica que al bonaerense Maxi Abad (es aliado de Bullrich y, según las PASO, sería electo senador nacional) no lo esperarán «con alfombra roja» en la bancada de la Cámara alta. «Está todo mal con él», subraya por si no se entendió la metáfora.
Algunos, incluso, casi celebran que el formoseño Luis Naidenoff, actual presidente de la bancada de la UCR del Senado, tenga enfrente una elección muy cuesta arriba: de acuerdo con las PASO, no conseguiría renovar la banca que ocupa desde 2005.
Acusan a Naidenoff de desleal con Morales ya que -al menos según cuentan del lado del jujeño- llegó a la presidencia del bloque gracias a su apoyo pero en la interna jugó con Patricia Bullrich.
En el medio hay viejos rencores. En 2022, durante la Asamblea Legislativa y mientras Alberto Fernández cargaba contra Mauricio Macri por la deuda que tomó con el FMI, del lado del ex presidente se bajó la orden a los legisladores de retirarse del recinto.
El PRO acató. Naidenoff quiso que la UCR hiciera lo mismo. Pero se impuso Morales, para quien primaba lo institucional antes que los cuestionamientos a la gestión anterior. La relación entre ambos quedó ahí en cortocircuito.
Las facciones
En el esquema que jugó con Bullrich están, además de Naidenoff, el candidato a vicepresidente, Luis Petri, el senador Alfredo Cornejo, el diputado bonaerense Maxi Abad y el ex legislador Ernesto Sanz.
Del otro, es decir los que participaron del armado con Rodríguez Larreta, sobresalen el gobernador Morales, el senador Martín Lousteau, el intendente de San Isidro Gustavo Posse y las estructuras partidarias de las mayorías de las provincias.
En el medio de ambos bandos, por ahora, se encuentra el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. El correntino fue el mandatario radical que quedó mejor parado en las PASO: en su provincia, Juntos por el Cambio quedó primero y La Libertad Avanza, tercero.
«Valdés ahora va a venir agrandado», anticipa un histórico dirigente de la UCR.
Es más: algunos ya suponen que el correntino buscará coronarse como sucesor de Gerardo Morales en la Presidencia del Comité Nacional, cuya conformación se elegirá en diciembre próximo. Esa es la pelea que viene. Pero por ahora parece imponerse el criterio de esperar el resultado de las elecciones de octubre para sentarse a negociar
«Él quiere ser presidente del partido y no es una mala figura», sostienen en el ala de la UCR que está alineada con la candidata presidencial de Juntos por el Cambio.
Del lado de los que fueron con Larreta, en cambio, entienden que ahora podría ser el turno de Martín Lousteau. Y que en la negociación con Valdés se le podría ofrecer, por ejemplo, que alguien de su esquema -se habla del senador por Corrientes Eduardo Vischi, actual miembro del Consejo de la Magistratura- vaya a la presidencia del bloque de la UCR.
Pero en Corrientes dicen que aún es temprano para avanzar en negociaciones -especulan con que el radical Leandro Zdero, aliado de Valdés, podría ganar la gobernación de Chaco el mes próximo, lo que generaría un tándem más fuerte– y que la relación entre el mandatario y Vischi en realidad es tirante.
Imaginan, además, que en caso de ser electa presidenta Patricia Bullrich, Valdés tendrá algunas «prioridades» en la futura administración. ¿La razón? Que la apoyó en la interna (sus rivales, sin embargo, dicen que el correntino se mostró con todos en la campaña).
Pases de factura
Uno de los distritos en los que las heridas quedaron más abiertas es el bonaerense. «Acá hubo ganadores y perdedores. Y el poder ordena», sentencia un veterano dirigente radical del oficialismo partidario en la Provincia.
El presidente del Comité Provincia es Maxi Abad, quien jugó en la PASO con Patricia Bullrich y ganó. Quedó cerca de ser electo senador nacional.
Se dice que Abad tiene la palabra de Bullrich de que, en caso de llegar a la Casa Rosada, será el presidente provisional del Senado. De ganar JxC, el presidente de la Cámara alta será el también radical Luis Petri.
En el oficialismo de la UCR bonaerense la lista de facturas es extensa. «Gerardo Morales llevó al partido al desastre, sin candidato presidencial propio. Ni él fue candidato ni creó condiciones para que fuera (Facundo) Manes. Hizo perder a todo el mundo. Posse perdió su municipio y hasta el diputado que tenía», dispara un senador provincial.
Del lado del jujeño quisieron escapar a la polémica. Igual sostuvieron: «¿Gerardo nos hizo perder? ¿Son pelotudos? Nos hizo perder Javier Milei».
Otro dirigente de su espacio, chicanea: «Partieron la UCR de Buenos Aires y le dieron la capacidad de triunfo a Patricia Bullrich. ¿Y cómo no se llevaron la mitad de la lista de diputados nacionales?». Ese dirigente imagina que los radicales que jugaron con Bullrich no «tendrán la relevancia que imaginan» en un eventual gobierno de la ex titular del PRO.
En el ala que lidera el jujeño sostienen que sus adversarios «están en pelotas. No les cayó la ficha de lo que pasó el domingo. El país se va a ir a la mierda y ellos siguen pasando supuestas facturas. No hay tiempo para discutir. Hay que apuntar a ganar la elección».
Misión: «Callar a Macri»
Y completaron: » Lo que también hay que hacer es cerrarle la boca a Mauricio Macri, que se la pasa haciéndole guiños a Milei».
Es sabida la antipatía entre sectores de la UCR y el ex presidente, a quien le gustaría que en la nueva cúpula radical tengan más peso Petri, Abad y Ernesto Sanz.
«Los quiere para tomar el control del partido», chicanean en la actual conducción partidaria.
Del otro lado responden: «Los que quieren quedarse con todos son ellos, quieren liderar a todos y terminan forzando la diferenciación interna. Le entregaron el partido a Larreta».
Un importante dirigente suma: «Teníamos razón nosotros. Había que apoyar a Patricia, que es más leal para los acuerdos y era mejor candidata, más disruptiva para este momento político. Ellos cometieron un error. Cumplieron con el manual de la partidocracia, creyeron que sumar aparato les daba votos y no es así».
Menos bancas
Otro motivo de polémica es que de repetirse en octubre un resultado parecido al de las primarias, la UCR perderá bancas en ambas cámaras del Congreso Nacional.
En la actualidad, la UCR tiene 34 diputados; podría perder 8 y quedar con 26 (aunque algunos tienen confianza en que de mejorar «un poquito» las performances de JxC en Buenos Aires, Entre Ríos y Formosa podrían ser más). El bloque Evolución Radical tiene 12 y quedaría con 12.
En el Senado, la UCR perdería 4 senadores y quedaría con una variopinta bancada de 15.
El balance del poder dentro de los bloques será otra pieza clave para la nueva etapa.